—Sí —respondió Micaela, sintiéndose un poco incómoda y evitando sutilmente la mirada del hombre.
Gaspar notó su evasión y una leve sonrisa asomó en sus ojos. Decidió no presionarla más y se dio la vuelta para hablar con el gerente.
Micaela salió y Emilia se le acercó con una copa de champán.
—Todavía es temprano, toma una copa para aclarar la garganta.
Micaela la aceptó y, apenas le dio un sorbo, Emilia comentó:
—Acabo de ver que llegó Gaspar.
Micaela asintió.
—Sí.
A las dos en punto, la ceremonia comenzó oficialmente. Después de una breve introducción del presentador, Gaspar se levantó de su asiento con elegancia y aplomo y se dirigió al podio.
Bajo los reflectores, su figura era imponente. El traje sastre realzaba su aire distinguido y serio. Como presidente de la Cámara de Comercio, su discurso fue visionario, conciso y contundente.
Cuando Gaspar terminó, el presentador anunció con entusiasmo:
—A continuación, tenemos el honor de invitar a la doctora Micaela, de la Universidad de Medicina de Ciudad Arbórea, a subir al escenario para su presentación.
Un aplauso resonó en la sala. Micaela respiró hondo y, bajo la atenta mirada de todos, caminó con paso seguro y natural hacia el podio.
Justo en ese momento, se cruzó con Gaspar, que regresaba a su asiento.
Él se hizo a un lado ligeramente y sus miradas se encontraron por un instante. Micaela pudo leer un toque de aliento en sus ojos.
Sin apartar la vista, subió al escenario. De pie frente al atril, ajustó el micrófono y esbozó una sonrisa natural.


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