Hacía tiempo que no tenía un contrato formal con Samanta. Si se había quedado a su lado, era en parte por su valor potencial y en parte por los años de relación que tenían.
A partir de hoy, iba a alejarse por completo de Samanta.
***
De vuelta en el país, a las siete de la tarde, Micaela bajó con su hija al área de juegos. Mientras Micaela estaba distraída en sus pensamientos, la voz emocionada de Pilar resonó:
—¡Viviana!
Micaela levantó la vista de inmediato y vio a Viviana en el tobogán. Luego, giró la cabeza y vio a Jacobo en la zona de padres, hablando por teléfono.
Micaela no esperaba encontrárselos allí. En ese momento, Jacobo también la vio y se acercó a ella por iniciativa propia.
—Micaela, hace tiempo que no nos veíamos —la saludó Jacobo con una sonrisa.
Micaela asintió.
—Sí, es verdad. ¿Mucho trabajo?
—Lo normal —respondió Jacobo.
Micaela recordó de repente la situación en la que había visto a la señora Montoya. Siendo médico, era más sensible a ciertos síntomas.
—La otra vez me encontré a tu mamá, parecía haber olvidado algo que llevaba. —Tras decir esto, Micaela miró a Jacobo con seriedad—. ¿Últimamente ha estado olvidando cosas con frecuencia?
Las palabras de Micaela hicieron que Jacobo reflexionara. Luego, frunció el ceño.
—Ahora que lo mencionas, sí me he dado cuenta de que mi mamá ha estado muy olvidadiza últimamente. Incluso, la otra vez, casi se olvida de apagar la estufa. Menos mal que Isidora olió a quemado y la apagó a tiempo.
De repente, el corazón de Jacobo se encogió. Antes solo pensaba que era cosa de la edad, un olvido ocasional, y no le había dado mayor importancia. Pero ahora que Micaela lo mencionaba, se dio cuenta de que algo no estaba bien.
—Micaela, ¿crees que la situación de mi mamá sea un problema? —le preguntó Jacobo, preocupado.
Micaela solo tenía una sospecha, así que le respondió con un tono amable:


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