Zaira había empezado a revisar el material desde la noche anterior. En cuanto a investigaciones sobre células, ya tenía una experiencia sólida en el laboratorio. Incluso si tenía que improvisar, podía manejarse con soltura.
Aun así, esta vez Zaira llegó preparada y se dispuso a dar su presentación siguiendo su propio ritmo.
En ese momento, Lara y Verónica entraron por la puerta. Ambas se quedaron mirando a Micaela: llevaba una camisa blanca, una falda larga entallada, el cabello recogido de manera sencilla y un maquillaje casi imperceptible. Su presencia desprendía esa elegancia y confianza que sólo alguien acostumbrado al mundo académico podía mostrar.
Lara se quedó perpleja. ¿No se suponía que Micaela debería estar sudando de los nervios? Era la primera vez que subía al escenario y, además, hoy había muchos académicos importantes en la sala. ¿De dónde sacaba tanta calma?
—Micaela, seguro que estás súper nerviosa, ¿verdad? —Verónica se acercó fingiendo preocupación.
Micaela levantó la mirada y sonrió apenas.
—La verdad, estoy bien.
—Yo creo que solo te haces la tranquila por fuera, pero por dentro seguro te estás muriendo de nervios —Lara intentó desenmascarar la serenidad de Micaela.
De pronto, un miembro del staff entró a toda prisa.
—Micaela, acaba de llegar un grupo de investigadores extranjeros. La universidad quiere que la conferencia sea completamente en inglés esta vez. ¿Hay problema?
La tensión se sintió de inmediato. Todas las miradas en la sala de descanso se posaron en Micaela. De repente, la dificultad de la presentación había subido de nivel.
¿Presentar todo en inglés?
Lara curvó los labios, esperando ver cómo Micaela se libraría de esa.
—¿Micaela, prefieres que suba Ramiro? Él sí puede hacerlo —sugirió Verónica, como si le estuviera echando una mano.
Lara no perdió la oportunidad de apoyar la idea.
—Sí, mejor que Ramiro dé la charla. No vayamos a quedar en ridículo frente a los invitados internacionales.
Pero Micaela se dirigió al staff con tranquilidad.
—Por mi parte, no hay problema.
Las personas presentes no salían de su asombro. ¿Acaso Micaela había dicho que no tenía inconveniente?
Lara frunció el ceño.
—Micaela, no te hagas la valiente. ¿De verdad crees que puedes dar una charla en inglés? No es momento de querer lucirte.
—Lara, que tú no puedas hacerlo no significa que yo tampoco pueda.
Ese comentario dejó a Lara sin palabras. Ella sabía que no podría hacerlo.
—Vamos, mejor salgamos un rato —Verónica tomó a Lara del brazo y la jaló hacia la salida.
Apenas cruzaron la puerta, vieron a un grupo de personas acercándose. Al frente venía Gaspar, acompañado por otro hombre con una presencia igual de imponente.
Era Jacobo, el representante de la Fundación Rojas, que venía a escuchar la conferencia.
—¡No puede ser! También vino el Sr. Gaspar —exclamó Verónica, emocionada.
Lara observó al grupo de Gaspar y pensó con una sonrisa torcida que Micaela estaba a punto de hacer el ridículo delante del mayor inversionista.
—A ver cómo sale de esta —soltó Lara con tono sarcástico.
—Micaela sí que se está pasando de confiada. Una charla en inglés... ni loca me aviento algo así. De verdad, ¿no será que se está tomando demasiadas atribuciones?
—Pues si está buscando meterse en problemas, nadie va a salvarla —concluyó Lara, convencida de que Micaela se estaba echando la soga al cuello.

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