El exesposo de Micaela se había convertido en el cuñado de Lara, y además en su protector. Sin duda, era algo de lo que presumir.
Después de tanto tiempo soportando a Micaela, Lara al fin podía respirar tranquila y desquitarse un poco.
—¿Ah, sí? Felicidades —dijo Micaela con calma.
La sonrisa de Lara se congeló. Había esperado ver a Micaela hecha pedazos, furiosa o al menos un poco celosa.
Pero en el rostro de Micaela no se asomó ni una sola emoción de ese tipo.
Sus ojos, tan bonitos, solo reflejaban serenidad y una indiferencia que desarmaba.
No podía ser. ¿Cómo era posible que Micaela no reaccionara en absoluto?
Apenas la mañana anterior, cuando Lara recibió la llamada de Samanta, se había sorprendido de verdad. Jamás imaginó que Gaspar llamaría directamente a Zaira para pedirle que la incluyera en el proyecto de colaboración entre Ramiro e InnovaCiencia Global.
El apoyo que Micaela había perdido ahora beneficiaba a Lara en el trabajo. ¿Y aun así, no le afectaba ni tantito?
—Micaela, fuimos compañeras durante años. Si estás triste, mejor llora. Guardarse las cosas solo trae problemas, ¿eh? —aventó Lara antes de irse con aire triunfal.
...
En el laboratorio.
Micaela se sumergió de lleno en su trabajo. En estos días había revisado muchos de los apuntes de su papá y, entre líneas, empezó a encontrar inspiración. Ahora, siguiendo las teorías que le había dejado, estaba en plena comprobación experimental.
Desde la mañana, pasando por el mediodía y hasta las cuatro de la tarde, no dejó de trabajar ni un solo instante. Finalmente, frente al microscopio, soltó un grito ahogado:
—¡Por fin lo encontré!
Tadeo, que andaba escribiendo un reporte a un lado, se acercó de inmediato.
—¿Qué descubriste, Micaela?
—¡Este marcador genético! —respondió ella, señalando un punto brillante en la pantalla, con la voz temblando de pura emoción—. ¡Puede que sea la clave para superar el rechazo en los trasplantes!
Los ojos de Tadeo se iluminaron. Admiraba profundamente a Micaela.
—¡Eres increíble, Micaela! Voy a buscar a la señora Zaira de inmediato.
Tadeo salió disparado a buscar a Zaira, quien llegó al laboratorio casi corriendo.
Cuando terminó de revisar el experimento de Micaela, Zaira no pudo evitar contagiarse de la emoción.
El avance de Micaela era justo el empujón que necesitaban. Ese hallazgo podía recortar meses, incluso años, de investigación.
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