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Divorciada: Su Revolución Científica romance Capítulo 259

El carácter de Jacobo era de fiar, de eso Micaela estaba segura.

Jacobo entró en la habitación y, apenas Micaela cerró la puerta con suavidad, él se giró para mirarla de frente. Con voz baja, le confesó:

—Micaela, la verdad es que yo siempre...

—Señor Jacobo —lo interrumpió Micaela—. Ahora no quiero hablar de mis asuntos personales.

Jacobo soltó una sonrisa forzada.

—Entiendo, fui imprudente.

El viento de la noche se colaba por la ventana, trayendo consigo un leve escalofrío.

En ese momento, el celular de Micaela vibró. Ella lo tomó y vio que era un mensaje de Ramiro.

[Mañana a las 10 de la mañana, el Dr. Smith quiere platicar contigo a solas. Será en la sala de reuniones de la última planta del hotel.]

Micaela se quedó sorprendida unos segundos antes de responder.

[Está bien, llegaré puntual.]

—¿Pasó algo? —Jacobo notó el cambio en su expresión.

—Mañana quieren verme —le explicó Micaela, esbozando una leve sonrisa.

Jacobo le devolvió una mirada de admiración.

—Parece que tu investigación ya llamó la atención de la comunidad médica internacional. Eso es algo grande.

Jacobo sacó de su bolsillo una liga para el cabello y la puso en la palma de su mano, ofreciéndosela a Micaela.

—Esto es tuyo.

Micaela parpadeó varias veces, reconociendo el accesorio que usaba siempre. Se sorprendió.

—¿De verdad es mío?

—Sí, la dejaste en el concierto de Samanta. Yo la recogí —dijo Jacobo, mirándola con una ternura imposible de ocultar.

Micaela sintió que el aire se le atascaba en la garganta. Tomó la liga y agradeció con voz suave.

—Gracias.

Jacobo bajó la mirada por un instante, la pena asomando en sus ojos. Sin embargo, volvió a sacar una sonrisa enseguida; parecía que había apresurado demasiado las cosas.

Apenas había pasado poco tiempo desde su divorcio. No era el mejor momento para abrirle su corazón.

—No hay de qué. Solo espero que no me veas como un desconocido, Srta. Micaela. Por lo menos, ya somos amigos, ¿no?

—Tenemos que hablar —dijo Gaspar, acercándose un paso.

La noche anterior, Micaela ya le había dejado claro por mensaje que no quería hablar con él, ¿y ahora salía con esto? Si Ramiro le había avisado del Dr. Smith, debía ser información directa de él.

¿Acaso Gaspar y el Dr. Smith se conocían?

Micaela apretó los labios, todavía abrazando los documentos que había preparado con tanto esmero. Sentía la rabia ardiéndole en el pecho.

—Ya te lo dije, entre tú y yo no hay nada más que decir. No me hagas perder el tiempo —le soltó, sin rodeos.

Gaspar se quedó quieto, entrecerrando los ojos y mirándola con intensidad.

¿De verdad ella sentía que él solo estaba haciéndole perder el tiempo?

—El laboratorio del Dr. Smith es una inversión mía. Él está trabajando en un proyecto para mí. Me pidió que te presentara, en unos minutos subirá a platicar contigo —explicó Gaspar antes de darse la vuelta para irse.

Durante unos segundos, Micaela se quedó en shock. ¿El laboratorio del Dr. Smith era un negocio de Gaspar? Claro que la medicina estaba de moda como inversión en esos días, pero aun así le costaba asimilarlo.

No pasó mucho antes de que el Dr. Smith y su asistente entraran por la puerta. Micaela cambió enseguida de actitud, se acercó y lo saludó con un apretón de manos.

Tras sentarse, compartieron poco más de diez minutos de conversación. El Dr. Smith elogió el trabajo de Micaela, asegurando que sus resultados tenían un valor revolucionario. También le compartió sus propios hallazgos, dándole algunas pistas para continuar su investigación.

Mientras lo escuchaba compartir sus conocimientos sin reservas, Micaela, aunque sorprendida, comprendió que todo aquello era por petición de Gaspar.

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