Después de que terminó el evento deportivo, Micaela tuvo que volcarse de lleno en su investigación de laboratorio. Sabía que la base de toda buena investigación era la resistencia y perseverancia, así que se preparó mentalmente para jornadas largas y pesadas.
Tadeo se convirtió en un verdadero apoyo para ella. Le ayudó con varios experimentos en animales, lo que le permitió a Micaela descubrir nuevas pistas para su proyecto. Después de terminar varios experimentos, Micaela terminó agotada y decidió descansar un rato en su oficina. En ese momento, Emilia le mandó un enlace.
—¡Qué coraje me da! —escribió Emilia junto al enlace.
Micaela lo abrió y, para su sorpresa, era la noticia de que Samanta había anunciado públicamente un contrato como imagen de una marca internacional de joyería.
—¿Global? ¿A poco ella tiene con qué? —se quejó Emilia en el chat.
No conforme, Emilia le mandó también un VLOG.
Micaela le dio play. En el video, Samanta aparecía vestida con un impactante vestido negro de diseñador, una sonrisa calculada en el rostro y una cadena de diamantes que fácilmente valía millones de pesos colgando de su cuello. Mirando directo a la cámara, Samanta decía con voz suave:
—Gracias a la marca por la confianza. Es un honor para mí convertirme en su imagen global. Espero que todas las mujeres recuerden que merecen ser amadas. Como alguien me dijo una vez: “Tú mereces lo mejor”.
Mientras hablaba, deslizaba los dedos delicadamente sobre la joya, y su mirada, profunda y llena de intención, parecía atravesar la pantalla, como si quisiera enviarle un mensaje directo a alguien.
Micaela, al ver eso, se quedó un instante inmóvil.
No le cabía duda, cuando Samanta decía “alguien”, se refería a Gaspar.
De inmediato, Emilia empezó a mandarle mensajes uno tras otro.
[¡No manches! Esa Samanta grabó ese video solo para presumirte.]
Micaela cerró el video y, con el rostro sereno, contestó:
[Ella que haga sus campañas, a mí ni me va ni me viene.]
Aunque, en el fondo, Micaela sabía perfectamente que Samanta había conseguido esos contratos gracias a los movimientos de Gaspar tras bambalinas. Y también tenía claro que la ambición de Samanta iba mucho más allá de ser solo una “diosa del piano”.
Apenas puso el celular sobre el escritorio, la puerta del laboratorio se abrió. Tadeo asomó la cabeza:
—Micaela, la señora Zaira te busca.
Micaela asintió y se puso de pie. Caminó hacia la oficina de Zaira, pero al doblar por el pasillo se topó de frente con Lara, quien venía cargando unos documentos y una taza de café.
Al verla, Lara le dedicó una sonrisa ladeada.
—¿Andas ocupada?
Micaela prefirió no responderle y trató de rodearla, pero Lara se le cruzó en el camino y bajó la voz:
—Por cierto, me acabo de enterar que mi hermana consiguió un contrato internacional. ¡Qué nivel, ¿no?!
Micaela se detuvo y la miró directo, sin una pizca de calidez en la voz:
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