Divorciada: Su Revolución Científica romance Capítulo 293

Gaspar llegó a la mansión Ruiz justo a las nueve de la noche. Últimamente, Florencia no se había sentido bien y él casi siempre regresaba temprano para acompañarla.

Florencia estaba sentada en el sofá, viendo la televisión. Un par de días antes, había visto a Micaela y a su nieto aparecer en un programa, lo que la llenó de esperanza y nostalgia.

—Abuelita, ya es tarde, ¿por qué no te vas a dormir? —preguntó Adriana mientras se acercaba.

—Estoy esperando a tu hermano —contestó Florencia, con una sonrisa apenas perceptible.

—¿Te sientes mal? ¿Te duele algo? —insistió Adriana, preocupada.

—No, no es eso. Hay algo que tengo que recordarle —alcanzó a decir Florencia, justo cuando vio a Gaspar entrar a la sala.

—Gaspar, ven acá con la abuelita —lo llamó, moviendo la mano para que se acercara.

Gaspar se quitó el abrigo y se lo entregó a la empleada. Llevaba un suéter negro de cuello alto que lo hacía ver aún más elegante y serio.

Adriana observaba a su abuelita, intrigada por lo que quería hablar con su hermano.

Cuando Gaspar se sentó, Florencia le preguntó:

—¿Sabes qué día es el primero de diciembre?

Gaspar sonrió de lado.

—Sí, lo sé.

Adriana, que no podía quedarse callada, murmuró:

—Abuelita, el primero de diciembre es el Día Mundial del Sida.

Florencia le lanzó una mirada regañona y chasqueó la lengua antes de volver a dirigirse a Gaspar:

—Entonces dime, ¿qué piensas hacer ese día?

Gaspar mantuvo la calma y respondió:

—Ya lo tengo planeado.

—Que no falten los regalos ni las flores —bufó Florencia.

Adriana se sentía cada vez más confundida y jaló a su abuelita del brazo, suplicándole:

—Abuelita, dime de una vez, ¿de qué están hablando tú y mi hermano? No entiendo nada.

Florencia finalmente se dignó a explicar:

—El primero de diciembre es el cumpleaños de Micaela. Le pedí a tu hermano que tenga algún detalle con ella.

Adriana cambió de expresión, sus ojos se llenaron de fastidio.

—¿Su cumpleaños? ¿Para qué le va a dar algo mi hermano? Ya se divorciaron.

—Pues aunque se hayan divorciado, no deja de haber sido su esposa. ¿No puede tener un gesto con ella?

—Abuelita, no me digas que todavía quieres que regresen —le soltó Adriana, poniéndose de pie de golpe—. Por favor, no hagas eso.

—¿Tú qué sabes? —le replicó Florencia, mirándola con severidad—. Si no fuera por tu hermano... ¿tú crees que se habrían divorciado?

Adriana apretó los labios y murmuró, molesta:

—Mi hermano ni siquiera la quiere.

Florencia soltó un resoplido y, volviéndose hacia Gaspar, que tomaba agua en la cocina, suavizó el tono:

—Gaspar, la abuelita te dice esto porque Micaela es terca. Si no das el primer paso, ella jamás va a regresar.

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