—Así es.
—No te preocupes, esto es lo que mejor hago, te prometo que en una semana te entrego las fotos —aseguró el detective con total confianza.
Micaela decidió darle una oportunidad, por ahora no quería profundizar demasiado la conversación.
—¿Y cómo cobras?
—Primero tengo que revisar la información de tu esposo, si no, no puedo darte un precio justo.
Micaela sacó su celular y mostró una foto.
—Se llama Gaspar, es el presidente de Grupo Inversiones Ruiz.
El detective se quedó boquiabierto.
—¿Tu esposo es Gaspar, el hombre más rico de Ciudad Arborea?
Al ver la sorpresa en su cara, Micaela guardó el celular y agregó con calma:
—Si crees que este asunto te supera, podemos dejarlo aquí.
—No, no, ¡acepto! Mientras puedas pagar lo que vale, yo lo hago —dijo el detective, con los ojos encendidos. Para él, esto era como sacarse la lotería.
¡Y él ni siquiera sabía que Gaspar estaba casado! Al parecer, la señora Ruiz sí que sabía pasar desapercibida.
Al ver que el detective estaba decidido, Micaela continuó negociando hasta cerrar en treinta mil pesos.
Aunque Micaela consideraba el precio elevado, por la custodia de su hija estaba dispuesta a hacer cualquier sacrificio.
—Señorita, necesito que me adelantes algo para los gastos de viaje, serían unos diez mil pesos.
Micaela asintió y le transfirió los diez mil.
...
Al no tener a su hija consigo, Micaela se sentía un poco perdida. El trabajo de preparación del laboratorio empezaría hasta después de las fiestas, así que, al mirar la hora, decidió llamar a Ramiro.
—¿Bueno?
—Ramiro, ¿te parece si comemos juntos hoy? —propuso Micaela.
—¡Claro! Yo invito.
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