Divorciada: Su Revolución Científica romance Capítulo 32

—¿No sabían? —Lionel miró a sus amigos con sorpresa. Gaspar llevaba seis años casado, ¿cómo era posible que nadie supiera nada?

Todos negaron con la cabeza. El que había hablado antes, con una mezcla de envidia y admiración en la mirada, comentó:

—Pero esa Samanta sí que es una belleza fuera de serie. He visto muchas chicas guapas, pero ninguna se le acerca.

—No es solo guapa —añadió otro—. Es toda una prodigio en el piano. Esa vibra artística no la encuentras en cualquier lado. La última vez que vi un anuncio suyo, me quedé pegado mirándolo un buen rato.

Lionel sonrió, tratando de mantener el ambiente relajado:

—Bueno, ya dejen de hablar de más. Gaspar tiene esposa y hasta una hija de cinco años.

—Pues sí que lo ha sabido esconder —reviró uno, divertido—. Tantos años y jamás salió nada en las noticias. Aunque, siendo sinceros, con la lana que tiene, no sería raro que tuviera varias amigas especiales. Ya sabes cómo va eso, la flor del jardín nunca huele igual que la que crece en la calle.

Lionel rio y levantó las manos para detener el chisme:

—Ya, suficiente. Su esposa también es guapísima. Mejor sirvan otro trago y dejen de inventar cosas.

...

En la mesa junto a la ventana, Micaela y Ramiro ya habían empezado a comer. Entre bocados, platicaban sobre teorías médicas, y a Ramiro le fascinaban los puntos de vista de Micaela.

—Tu papá sí que fue alguien fuera de serie. Aunque solo trabajé con él dos años, siempre lo admiré.

—Bueno, también era bastante terco y no tenía un carácter fácil —dijo Micaela con una sonrisa.

Ramiro soltó una carcajada:

—¡Eso sí! Cuando él enseñó en la universidad, hubo varios grupos de alumnos que hasta organizaron protestas por su manera de ser.

Ambos se rieron, pero los ojos de Micaela comenzaron a humedecerse. Ramiro, al notarlo, se puso nervioso:

—Perdón, Mica, no quería recordarte cosas tristes.

Micaela se secó discretamente el borde del ojo y le restó importancia:

—No pasa nada.

Justo en ese momento, sonó su celular. Era una llamada de Gaspar. Micaela se levantó:

—Voy a contestar.

Caminó hacia la salida del restaurante antes de contestar:

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