Micaela guardó silencio unos segundos.
—Está bien, llegaré puntual.
Sin esperar a que Gaspar le dijera algo más, ella colgó primero.
Aunque detestaba trabajar con Gaspar, cuando se trataba de investigación, sabía que debía dejar de lado cualquier rencor personal. Hacerse fuerte era más importante. Poder colaborar con el ejército abría una nueva ruta para su futuro en la ciencia; aunque su contribución fuera modesta, pondría todo de su parte para que la investigación avanzara.
Poco después, Ramiro le mandó un mensaje.
[Mañana paso por ti, Micaela. Lara también va con nosotros.]
Esta vez, todos los principales investigadores de InnovaCiencia Global participarían.
...
A la mañana siguiente, Micaela todavía andaba recogiendo sus cosas cuando escuchó la voz alegre de su hija desde abajo.
—¡Abuelita, ya llegaste!
Micaela se sobresaltó y bajó rápido. En la sala estaba Damaris, quien la miró y le dijo:
—Me enteré de que vas a Villa Fantasía por trabajo, así que vine por Pilar para llevarla a mi casa.
Micaela ya había supuesto que Gaspar haría este tipo de arreglos. Al fin y al cabo, Damaris no era la verdadera madre de Pilar; podía quedarse durante el día, pero no era lo mismo por las noches.
Damaris notó que Micaela no asentía, así que suavizó su voz:
—Micaela, cuidar a Pilar también es mi responsabilidad. Puedes irte tranquila a trabajar.
Antes, Damaris pensaba que Micaela no servía ni para el hogar ni para el trabajo, que solo vivía a costa de su hijo. Ahora entendía que, si Micaela no se hubiera casado y dejado todo por la familia, habría llegado muy lejos. Al final, fue el matrimonio lo que la detuvo.
—Mamá, ¡cuando regreses tráeme un regalo! —dijo Pilar, girando para mirarla.
Micaela le regaló una sonrisa.
—Claro que sí, te traeré algo bonito. Pero tienes que portarte bien.
—Lo haré, me encanta quedarme con la abuelita —respondió Pilar, feliz, porque en esa casa sentía que todos la querían de verdad.
Cuando Damaris se fue con Pilar, llegó Ramiro en su carro para recoger a Micaela rumbo al aeropuerto.
En el asiento del copiloto, Lara tenía el gesto torcido. La noche anterior, cuando recibió el correo de que iría a Villa Fantasía, se sintió emocionada. Era prueba de que la valoraban. Pero apenas supo que Micaela también iría, se le fue el ánimo y pensó, con resignación, que otra vez solo sería la sombra de Micaela.
Ramiro acomodó la maleta de Micaela en la cajuela y preguntó:
—¿Ya dejaste todo listo con Pilar?
—Sí, la llevé a casa de su abuelita —respondió Micaela.
Ramiro asintió.
—Este viaje es clave para el proyecto InnovaCiencia Global, pero también es tu oportunidad para mostrar el valor de tu investigación. Haz tu mejor esfuerzo.
Micaela le sonrió y subió al asiento trasero.
El carro de Ramiro se dirigió directo al aeropuerto. Al estacionar, él tomó también la maleta de Micaela, mientras Lara tuvo que cargar la suya sola.
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