Divorciada: Su Revolución Científica romance Capítulo 389

La mirada de Gaspar siguió la trayectoria de esa camioneta blanca hasta que se perdió entre la lluvia. Apenas y se notó cómo frunció un poco el ceño, pero el gesto delataba su incomodidad.

Samanta se le acercó y, de inmediato, percibió ese aroma a tabaco que aún flotaba alrededor de él. Entrecerró los ojos, como si eso fuera una señal inequívoca. Gaspar solo fumaba por una razón: cuando la cabeza le daba vueltas y traía el ánimo por los suelos.

Micaela había venido al funeral del papá de Jacobo, aunque, siendo sincera, no tenía ninguna obligación de estar ahí.

Pero vino. ¿Por qué?

La respuesta no era tan difícil: solo quería fastidiar a Gaspar, hacerle perder el equilibrio.

Aunque la camioneta de Micaela ya se había esfumado entre la lluvia, Samanta todavía miraba hacia ese lado, cargando en su pecho una pizca de coraje.

Micaela, ni divorciada podía estar tranquila. Siempre tenía que aparecer y moverle el tapete a Gaspar. ¿Qué quería demostrar?

En ese momento, Lionel se acercó y le habló a Gaspar:

—Ya casi no hay invitados. ¿Vamos a ponerle una vela a don Joaquín?

—Sí —respondió Gaspar, retirando la mirada y encaminándose hacia la capilla improvisada. Con ese traje negro, su figura se veía más recta y seria que nunca.

Samanta se giró hacia Lionel.

—¿La que se fue era Micaela? ¿Qué hacía aquí?

Lionel asintió.

—Sí, vino a prender una vela y se fue de inmediato.

A Samanta se le escapó un comentario especulativo:

—No me digas que Jacobo ya le presentó a Micaela a sus papás.

Lo dijo con un tono perfecto para que Gaspar, que ya se alejaba, alcanzara a escucharlo. Gaspar frunció aún más el ceño y apuró el paso, como si el piso le quemara los pies.

Lionel se quedó pensativo.

—Puede ser. Al final, el último deseo de don Joaquín era ver a Jacobo con una novia.

—Entonces, Micaela le cumplió el último deseo —dijo Samanta, haciendo un gesto de fastidio antes de ir tras Gaspar.

Lionel los siguió con la mirada y luego caminó hacia la capilla.