En ese momento, la puerta se abrió y Gaspar entró. Se acercó a la cama, extendió la mano y tocó la frente de Pilar. Luego, su mano grande se posó sobre la frente de Micaela, como si estuviera verificando si tenía fiebre.
Micaela decidió hacerse la dormida junto a su hija. Gaspar retiró la mano enseguida y salió del cuarto.
Para Micaela, aquello no era un gesto de cariño. Más bien, pensó que Gaspar seguía con la duda de si ya se había recuperado del resfriado. Lo que le preocupaba era si podía contagiar a la niña.
...
El tiempo en casa, acompañando a su hija, se fue como agua. Cuando se dio cuenta, ya había llegado el Carnaval. Gaspar llevó a la niña a cenar a la mansión Ruiz. Desde aquella vez que discutió con Adriana, Micaela había terminado por aborrecer esas visitas.
Pero esta noche, por ser Carnaval, no había manera de evitarlo.
En la sala de la mansión Ruiz, Micaela revisaba su celular, mientras Adriana descargaba su mal humor con la empleada doméstica. Al parecer, el café que le habían preparado estaba demasiado aguado.
Micaela sintió que los regaños de Adriana no iban dirigidos a la empleada, sino que eran una forma de desahogar su propia inconformidad hacia ella. Miró con lástima a la trabajadora, una mujer de más de cuarenta años, que a pesar de los regaños mantenía una sonrisa forzada de disculpa. Micaela se levantó y se fue al jardín interior, esperando que la cena terminara pronto para poder regresar a casa.
A la hora de la comida, Florencia se encargó de mantener el ambiente en calma, como si todo fuera armonía familiar.
—Pilar ya está en el segundo año de preescolar, ¿verdad? —comentó Florencia.
—Sí, en el segundo semestre —respondió Micaela, tranquila.
De pronto, Damaris soltó:
—Escuché que por aquí hay una escuela muy buena, con excelente nivel académico. ¿Por qué no consideras transferir a Pilar para que estudie aquí?
El corazón de Micaela dio un brinco. ¿Su suegra quería quedarse con la niña? Miró a Gaspar, esperando ver cuál era su postura.
—¡Sí, sí! A mí también me gustaría que Pilar estudiara aquí con nosotros. Hermano, encárgate del trámite, que mamá la cuide —apoyó Adriana, entusiasmada.
—Que Pilar decida lo que quiere —respondió Gaspar.
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