Divorciada: Su Revolución Científica romance Capítulo 448

Ese pequeño rostro se veía cada vez más bonito. Sus dos trenzas bailaban al ritmo de sus pasos, dejando ver su frente blanca y redondeada. Sus enormes ojos, negros como la obsidiana, brillaban intensos y llenos de vida.

Micaela se agachó, le dio un beso cariñoso a su hija en la cabeza y la tomó de la mano para salir juntas de casa.

Al llegar a la entrada de la escuela, Micaela se topó con Jacobo. Viviana ya había entrado, pero él seguía ahí, sin irse.

—Señor Joaquín —saludó Pilar con educación.

Jacobo le sonrió a Pilar con una dulzura especial.

—Pilar.

Micaela dejó a su hija en la escuela y regresó al estacionamiento. Jacobo estaba parado junto a su carro, esperándola.

—¿Fuiste al laboratorio? —preguntó Jacobo.

—Sí —respondió Micaela con una sonrisa leve.

—¿Tienes tiempo el sábado en la noche?

Micaela parpadeó, curiosa.

—¿Pasa algo?

—Es el cumpleaños de Viviana. Quisiera invitarte a ti y a Pilar. ¿Les gustaría venir? —dijo Jacobo, directo.

Micaela se quedó un momento en silencio. Recordó que, en su último cumpleaños, Jacobo llevó a Viviana a la fiesta y hasta le dieron un regalo. Ahora, sin duda, debía corresponder ese gesto.

Ella sonrió, apretando los labios.

—Claro, llevaré a Pilar.

Jacobo dejó escapar un suspiro de alivio, aunque trató de disimularlo.

—Perfecto, entonces las veo el sábado —respondió, y al terminar, le abrió la puerta del lado del conductor a Micaela. Ella se sorprendió un poco, pero le agradeció.

—Gracias.

—Maneja con cuidado —le advirtió Jacobo, con tono protector.

Micaela le devolvió el gesto con un leve movimiento de cabeza, se subió al carro y se unió al tráfico. De pronto, un carro manejado por alguien imprudente casi chocó con la parte trasera del suyo. El corazón de Jacobo dio un brinco del susto.

Por suerte, el otro conductor frenó a tiempo y no ocurrió nada. Jacobo soltó el aire que tenía contenido, por fin en calma.