En ese momento, a Emilia le cayó el veinte y no pudo evitar enfadarse un poco. ¡Vaya, su propia hermana era su jefa!
—¡No, gracias! ¿Acaso quieres que me reviente de cansancio? —le soltó Emilia, y de inmediato se le subieron los colores al rostro.
Micaela soltó una carcajada, tan alegre que hasta se echó hacia atrás.
—¡Estás joven! Así debe ser, disfruta.
—¡Ah, sí! ¿Así que te burlas de mí? —Emilia se le fue encima y empezó a hacerle cosquillas.
Las dos estallaron en carcajadas en el pequeño privado, y hasta Pilar, que estaba jugando con sus juguetes en el sillón, se contagió y se rio con ellas.
Micaela terminó riendo a tal punto que casi no podía respirar.
—¡Ya, ya! Prometo que ya no te molesto.
—A ver si es cierto. Pero mira, tú también deberías apurarte a conseguir pareja. El señor Anselmo está de lujo, quédate con él —insinuó Emilia, lanzándole una mirada cómplice.
Micaela justo estaba tomando un sorbo de su bebida, pero en cuanto escuchó eso, terminó escupiendo el líquido de regreso al vaso.
—¿Qué pasó? ¿Ya lo probaste y no dio el ancho? —preguntó Emilia, fingiendo sorpresa.
Micaela se sonrojó de la rabia y le lanzó una mirada fulminante.
—¡No digas tonterías! Entre él y yo no hay nada. Todo limpio, todo derecho.
Emilia soltó un —Ajá— y por fin dejó la broma, aunque en su mente aparecieron fugazmente las imágenes de Gaspar.
Pensó que Micaela y él llevaban seis años casados. Quién sabe...
—¡Bah, qué va! Aunque tenga un cuerpazo, ese tipo ya está para el basurero.
Emilia se sacudió esos pensamientos y se dirigió a Micaela:
—Bueno, ya comimos. Ahora toca acompañar a Pilar a escoger su regalo.
Pilar ya llevaba rato esperando, impaciente.
Las dos salieron rumbo al centro comercial más cercano y entraron a una tienda de juguetes exclusiva.
—A Micaela y Pilar. Justo acaban de salir de la juguetería.
[¿No me digas que Micaela va a llevar a Pilar a la fiesta de cumpleaños de Viviana? —responde Samanta, sorprendida.]
—Ni de chiste —aseguró Adriana con total confianza.
[¿Cómo puedes estar tan segura?]
—La vez pasada le mencioné a la señora Montoya que Micaela andaba detrás de Jacobo. No te imaginas la cara de disgusto que puso. ¿Tú crees que le va a permitir ir a la fiesta?
[Pero Pilar y Viviana son mejores amigas...]
En ese instante, algo se le apretó en el corazón a Adriana. Que la señora Montoya despreciara a Micaela era cosa de ellas, pero Jacobo sí parecía interesado en Micaela. Tal vez él sí querría que Pilar fuera a la fiesta con su mamá.
Ese pensamiento la llenó de inquietud. Recordó cómo Jacobo había rechazado la idea de un compromiso familiar y cómo esa negativa la tuvo deprimida toda una semana. Ahora, que por fin iba a poder lucirse en la fiesta de Viviana gracias a la invitación, no podía permitir que Micaela llegara a arruinarlo todo.
Sin embargo, pronto el mal humor de Adriana se desvaneció. Estaba convencida de que la señora Montoya jamás aprobaría que su hijo se casara con una mujer divorciada y con una hija a cuestas. Jacobo, con tantas cualidades, ¿cómo iba a terminar con alguien así? Eso sí que sería un desperdicio.
Además, esa noche ella y su madre irían a la fiesta de la familia Montoya, y nada menos que con invitación especial de la señora Montoya.

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