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Divorciada: Su Revolución Científica romance Capítulo 488

—Parece que sí era nuestro destino cruzarnos aquí —dijo Jacobo, con la mirada profunda fija en Micaela.

Micaela bajó la cabeza ligeramente, esquivando el fuego de esos ojos que la miraban tan directo. En ese instante, Pilar y Viviana, tomadas de la mano, empezaron a caminar adelante. Micaela sonrió y comentó:

—¡Vamos a ver el resto de la exposición juntos!

—Va —asintió Jacobo.

Así los cuatro siguieron el recorrido, caminando como un pequeño grupo.

Ya en el cuarto pabellón, Jacobo se detuvo frente a una pintura, contemplándola con atención. De pronto, desde la esquina apareció una pareja de mujeres tomadas del brazo.

Adriana no estaba de buen humor, ni siquiera el arte lograba distraerla. Pero al ver la figura de Jacobo de espaldas, su corazón empezó a latirle con fuerza, como si de pronto la suerte jugara a su favor.

Jamás se habría imaginado encontrarse con él justo ahí, entre tantas personas, en ese lugar y ese momento.

La emoción y la alegría la desbordaron. Adriana quiso avanzar y saludarlo, pero justo cuando dio el primer paso, Jacobo se alejó, caminando hacia adelante.

Ella, sin pensarlo, lo siguió. Pero en ese instante, presenció una escena que le atravesó el pecho como un dardo.

Jacobo se acercó, con toda naturalidad, hacia dos niñas y una mujer.

No eran desconocidas.

Las niñas eran Viviana y Pilar. La mujer, Micaela.

La sonrisa de Adriana se congeló, los dedos se le clavaron en la palma de la mano.

Samanta, al ver la dirección de su mirada, entornó los ojos, soltando un suspiro de fastidio.

—Vaya, sí que el destino le gusta ponerlos en el mismo camino —susurró Samanta.

Ella debió haberlo adivinado: un empresario del nivel de Jacobo no acudiría a una exposición así, a menos que estuviera acompañando a alguien.

Adriana apretó los labios, conteniendo la rabia y los celos. Decidió no acercarse, se quedó quieta unos segundos, pero luego sacó su celular y, sin dudarlo, tomó varias fotos.

—Mira nada más... Al paso que van, Pilar va a terminar llamándole papá a Jacobo.

El comentario caló hondo en Adriana, quien sintió una punzada de rabia.

—Si Micaela de verdad piensa casarse otra vez, yo voy a hacer que mi hermano recupere la custodia de Pilar. No voy a permitir que Pilar termine siendo parte de la familia Montoya.

En ese momento, el corazón de Adriana ardía de celos y rencor. No soportaba la idea de que Jacobo pudiera amar a Micaela.

...

Mientras tanto, en la oficina principal del Grupo Ruiz.

Gaspar revisaba unos documentos cuando su celular vibró con una notificación de mensaje.

Lo miró distraído y, al abrir el mensaje, la pantalla se llenó con las fotos que Adriana acababa de enviarle. Las imágenes mostraban a cuatro personas de espaldas, tomados de la mano, transmitiendo una felicidad y armonía que le apretaron el pecho.

Gaspar apretó el celular con fuerza, tanto que los nudillos se le pusieron blancos. Buscó el número de Micaela en sus contactos y, sin pensarlo más, marcó la llamada.

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