Adriana sospechaba que esa marca de mordida era porque a Micaela le faltaba algo y, por eso, se había lanzado como una fiera contra la mano de su hermano.
Solo su hermano la aguantaba y la consentía tanto; con cualquier otro, ya se habrían divorciado un montón de veces.
—Adriana —la interrumpió Gaspar con tono serio.
—¡Ni que hubiera dicho una mentira! —reviró Adriana, notoriamente molesta.
Durante la cena, Adriana se volvió hacia Pilar y le preguntó:
—Pilar, ¿te gustaría que mañana en la mañana tu tía te lleve a la escuela?
Pilar, que justo estaba en esa edad en que todo lo nuevo le resultaba emocionante, asintió con energía.
—¡Sí!
—¿Y si tu tía también te recoge de la escuela, qué te parece?
—¡Sí!
Micaela, que estaba masticando, se detuvo por un instante. Que Adriana viviera ahí era algo que ya no podía evitar, pero que ahora quisiera encargarse de llevar y traer a su hija, la puso en alerta.
Como Micaela se llevaba bien con Samanta, y Samanta vivía cerca, pensó que quizá querían llevarse a Pilar a jugar a su casa.
—¿No tienes inconveniente, cuñada? —Adriana de pronto le preguntó a Micaela, mirándola directo.
Micaela alzó la vista y respondió:
—Llevar y traer a una niña puede ser pesado.
—A mí no me da flojera.
Micaela no pudo rechazarla de inmediato, así que solo respondió:
—Está bien.
...
A la mañana siguiente, Micaela bajó de la mano de su hija. Adriana, medio dormida, bostezaba sentada en el sillón, con cara de que no había pegado el ojo en toda la noche.
—Pilar, ven, tu tía te lleva a la escuela.
—Adriana, se nota que no dormiste bien. Mejor déjalo para otro día —dijo Micaela, dudando si confiarle a su hija.
—Dormí perfecto, sí puedo llevarla —contestó Adriana, aunque se le notaba el cansancio. Pero solo de pensar que podía encontrarse a Jacobo, se le quitaba cualquier sueño.
Micaela vio cómo Adriana salía con Pilar en brazos, pero la desconfianza no la dejaba en paz. Tomó las llaves del carro y salió tras ellas, manteniendo cierta distancia. Cuando vio que Adriana dejó a Pilar en la puerta de la escuela y la entregó a la maestra, estacionó el carro al costado y observó.
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