Micaela tomó el menú y agregó tres platillos más. Cuando el mesero se fue, Jacobo le extendió una carpeta de documentos.
—Aquí tienes información detallada del laboratorio nacional más importante. Creo que te va a interesar.
Micaela, sorprendida, tomó la carpeta. ¿En serio Jacobo le había preparado esto? Al abrirla, reconoció de inmediato el nombre del equipo nacional de investigación científica.
Ella se sumergió en la lectura, absorta en los documentos, cuando de pronto, en la entrada del restaurante, Gaspar apareció acompañado de varios clientes extranjeros.
Ese día, Gaspar vestía un traje gris oscuro de tres piezas. Cada movimiento suyo destilaba la elegancia y autoridad de un líder nato.
Jacobo, mientras tomaba un sorbo de su bebida, cruzó la mirada con Gaspar. Este murmuró algo al oído de uno de sus acompañantes, quien de inmediato guio a los clientes hacia una sala privada.
Gaspar, sin embargo, se dirigió directamente hacia la mesa donde estaban Micaela y Jacobo.
Jacobo observó a Micaela, que seguía concentrada en los papeles, y decidió no advertirle nada.
Micaela solo levantó la cabeza cuando sintió una sombra a su lado. Al ver quién era, su expresión cambió al instante, tornándose distante.
Gaspar, con una mirada cortante, se fijó en el título de los documentos que Micaela tenía en las manos. Frunció el ceño y preguntó:
—¿Ya estás pensando en irte a otro laboratorio?
Jacobo, imperturbable, dio un trago a su bebida.
Gaspar dirigió su atención a Jacobo, dejando claro que no creía que Micaela estuviera considerando un cambio de trabajo por su cuenta. Más bien, pensaba que Jacobo le estaba facilitando una salida.
—Gaspar, el Instituto Nacional de Investigación Biomédica está buscando gente. Yo creo que Micaela sería una excelente incorporación —comentó Jacobo, arqueando las cejas.
No tenía reparo en decirlo abiertamente. Al fin y al cabo, Micaela estaba por dejar el laboratorio de Gaspar. Ayudarla a encontrar un mejor camino también era un gesto de amistad.
Gaspar lo miró serio, y su voz salió seca:
—Micaela merece un mejor lugar, no lo niego. Pero aún no termina sus experimentos aquí. Hablar de cambiarse de equipo es precipitado.
Micaela apartó la mirada, sin ganas de prestarle atención.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Divorciada: Su Revolución Científica