—¿No ves por dónde caminas? —Gaspar la miró entrecerrando los ojos, pero ni siquiera parecía molesto.
Micaela retrocedió un paso, sin ganas de prestarle atención. Simplemente lo rodeó y se dirigió hacia la sala de juntas.
Ambos entraron, uno tras otro, bajo las miradas curiosas de los presentes. Micaela se sentó en su sitio, mientras Gaspar se acomodó en la silla junto a Zaira.
—Bueno, ya estamos todos. Ahora, hagamos un resumen sobre cómo va la prueba del nuevo medicamento —anunció Zaira.
La reunión avanzaba, cuando Zaira se giró hacia Micaela.
—Micaela, ¿cómo va la revisión de los datos clínicos del tercer grupo?
Pero Micaela parecía perdida en sus pensamientos, como si no hubiera escuchado nada.
—Mica... —Zaira la llamó de nuevo. Verónica, que estaba sentada junto a Micaela, la tocó discretamente por debajo de la mesa.
Solo entonces Micaela pareció volver a la realidad. Al notar que todos la observaban, miró a Zaira y preguntó:
—¿Qué dijiste, Sra. Zaira?
Zaira soltó un suspiro.
—Mica, ¿qué te pasa estas dos semanas? Has estado como ausente. ¿Te ocurre algo?
Micaela, distraída, hojeó los papeles frente a ella.
—No, Sra. Zaira, yo... estoy bien.
De pronto, la voz cortante de Gaspar retumbó en la sala.
—Estamos en el momento más importante de la prueba del nuevo medicamento. Todos deben ser estrictos y cuidadosos con el monitoreo.
En ese instante, cayó un silencio incómodo sobre la sala.
Aunque Gaspar no señaló a nadie, todos entendieron que iba dirigido a Micaela.
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