Divorciada: Su Revolución Científica romance Capítulo 611

—Ya han pasado tantos días, seguro que ya está bien, ¿no crees?— soltó Verónica mientras bajaba rápidamente las escaleras, arrastrando a Micaela hacia el vestíbulo para ver la conferencia de prensa.

—En eventos como este, él casi nunca falta— agregó, mirando expectante hacia la entrada principal.

Justo cuando llegaron al vestíbulo, un alboroto sacudió la entrada. La multitud comenzó a apartarse como si una ola invisible los empujara desde atrás, abriendo paso a una figura que no pasaba desapercibida.

Gaspar apareció en la puerta, vestido de negro impecable, con el porte erguido y una presencia que imponía respeto. Se notaba que había dejado atrás cualquier rastro de enfermedad.

Micaela, de forma instintiva, intentó jalar a Verónica para alejarse, pero la mirada aguda de Gaspar, tan penetrante como la de un águila, la localizó al instante entre la gente. Al voltear, Micaela se topó con sus ojos, y por un segundo, el tiempo pareció detenerse.

La mirada de Gaspar se detuvo en ella un instante, luego se apartó y él siguió su camino hacia la tarima, con una seguridad que no dejaba lugar a dudas sobre su recuperación.

En el estrado, Leónidas se apresuró a recibirlo con un apretón de manos, visiblemente animado.

—Ahora, invitamos a nuestro señor Gaspar a decir unas palabras— anunció Leónidas, sin ocultar su entusiasmo.

Gaspar tomó el micrófono y dejó que su voz grave y firme resonara en el salón.

—Disculpen la demora. Sobre este proyecto de robótica, siempre he tenido grandes expectativas— declaró, sin titubeos.

Verónica, negándose a dejar ir a Micaela, la sostuvo del brazo mientras ambas observaban la escena. Micaela no pudo evitar admirar el carisma de Gaspar en el escenario, deseando poder mirarlo un poco más.

Detrás de ellas, una compañera murmuró:

—El señor Gaspar, la última vez que lo vimos parecía estar enfermo, pero hoy... se ve increíble.

Y entonces, la voz de Lara, tan clara que parecía estar dirigida a propósito, llegó hasta sus oídos.

—Parece que alguien se encargó de cuidar muy bien al señor Gaspar; ya se le quitó la gripa por completo— comentó Lara, lanzando una mirada directa a la espalda de Micaela, mientras sonreía con malicia.

Verónica se giró con disgusto, mientras Lara no dejaba de observarlas.

—Ya no quiero ver, mejor vámonos— murmuró Verónica, jalando a Micaela fuera del vestíbulo.

...

Al regresar a la oficina, el lugar se sentía vacío; la mayoría de los empleados seguía abajo viendo la conferencia. Los pasillos y escritorios permanecían inusualmente silenciosos.

Micaela y Verónica se quedaron en la sala de bebidas preparando jugos y platicando por un buen rato. Tras más de veinte minutos, Micaela decidió volver a su oficina.

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