El brazo de Micaela quedó atrapado bajo la férrea mano de Gaspar. Ella, sobresaltada, giró la cabeza y trató de zafarse con todas sus fuerzas.
—Suéltame —exigió, forcejeando para liberar su brazo.
Gaspar la miró con una mezcla de emociones que cruzaron fugazmente su rostro. Sus labios se entreabrieron, como si quisiera decir algo, pero la expresión de rechazo absoluto en la mirada de Micaela lo detuvo en seco.
Parecía incapaz de creer que Micaela lo rehuía de esa manera, como si fuera alguien completamente ajeno a su vida.
Micaela, con el ánimo por los suelos, soltó:
—Gaspar, déjame. Si no me sueltas, voy a llamar a la policía.
Justo en ese momento, la puerta de la sala de juntas se abrió de golpe y Ramiro apareció. Al ver la escena —Gaspar aferrando el brazo de Micaela— frunció el ceño y habló con voz grave:
—Señor Gaspar, ¿qué está haciendo?
Apenas un instante después, Lara también regresó sin que nadie la notara antes. Su mirada reflejaba incredulidad ante la escena.
Gaspar no apartó la vista de Micaela. Observando su rostro, en el que se mezclaban el desprecio y el odio, finalmente soltó su mano.
Ramiro no perdió el tiempo. Se acercó y tomó a Micaela por el brazo, colocándola tras de sí, como si quisiera resguardarla.
—Señor Gaspar, si tiene algo que decir, hágalo con calma. Micaela y usted ya están divorciados. Por favor, deje de acosarla.
El semblante de Gaspar cambió súbitamente. Ajustó las mangas de su saco y recuperó el aire serio de siempre. Dirigió la palabra a Micaela:
—Disculpa, estuve fuera de mí.
Ramiro se volvió hacia Micaela y le preguntó:
—¿Quieres que te acompañe a tu oficina?
Era evidente que Ramiro no le creía nada a Gaspar. Aquella manera de sujetar a Micaela le había parecido agresiva, como si Gaspar estuviera a punto de pasarse de la raya.
Durante el matrimonio, Micaela había ocultado muchas cosas. Ramiro entendía que Gaspar, como exesposo, pudiera sentirse engañado y reaccionara así.
Micaela asintió y salió de la sala, seguida de Ramiro.
Lara se quedó en la puerta, observando a Gaspar, cuyo semblante era como una tormenta a punto de estallar. Quiso decirle algo para consolarlo, pero se mordió los labios y al final, solo lo vio marcharse.
Para Lara, lo que acababa de suceder tenía otra explicación. Seguro que Micaela había dicho algo para provocar a Gaspar, tal vez presumió sus logros y lo hizo sentir menos. Después de todo, las palabras de Nico ese día habían puesto a Micaela en el centro de todo.
Ahora Micaela era la figura más importante en la investigación del cerebro-máquina y Gaspar, por más que quisiera, tendría que reconsiderar su valor. Estando en la cima, a Micaela le sería fácil recuperar a Gaspar si así lo quisiera; bastaría con pedirlo y él terminaría cediendo.
...
Ya en la oficina, Micaela se sentó en el sofá. Con los dedos, masajeó su muñeca adolorida por la fuerza de Gaspar. Ramiro permanecía a su lado, con una calidez poco habitual en su voz:
—¿Estás bien? Lo de Gaspar hoy ya podría considerarse acoso.
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