Divorciada: Su Revolución Científica romance Capítulo 630

Samanta se quedó mirando a Lionel durante unos segundos antes de acercarse a él, le dio unas palmadas en el hombro y le dijo:

—Lionel, tengo que irme, me surgió algo.

—Te acompaño —respondió Lionel en seguida, pues recordaba que ella había llegado con su representante y no traía carro.

—No hace falta —Samanta le echó una mirada rápida a Silvia—. Mejor quédate y atiende bien a la señorita Silvia.

Sin decir nada más, se dio la vuelta y salió del salón de fiestas. Lionel se quedó parado un instante, mientras Silvia, que estaba a punto de invitarle una copa, lo vio alejarse. Al final, Lionel no pudo evitarlo y fue tras Samanta.

Detrás de ellos, el gesto de Silvia se llenó de desánimo. Por fin entendió: Lionel estaba enamorado de Samanta.

Lionel alcanzó a Samanta cerca de los elevadores. Ella, un poco sorprendida, le preguntó:

—¿Por qué saliste?

—Quiero acompañarte.

—Pero tu cita aún te está esperando allá adentro.

Lionel notó el leve reproche en su tono y, sonriendo, negó con la cabeza.

—¿De veras te molestó eso? —soltó con ligereza.

—¿Y por qué me molestaría? Ni siquiera soy tu novia, ¿qué derecho tengo de enojarme? —respondió Samanta con una sonrisa ladeada, y justo cuando Lionel intentó entrar al elevador con ella, Samanta le extendió la mano para detenerlo—. Lionel, esta noche necesito estar sola. Mejor regresa y acompaña a Jacobo.

Las puertas del elevador se cerraron despacio. Lionel se quedó parado, soltando un suspiro.

...

En el salón, el discurso de Jacobo estaba llegando a su fin. Su mirada atravesó el gentío y se posó en Micaela.

—Por último, quiero agradecer especialmente a alguien muy importante para mí por haber venido esta noche.

El lugar quedó en silencio.

Desde el escenario, Jacobo no reveló directamente la identidad de Micaela. Solo la miró con una ternura tan profunda que fue imposible ignorarla, y luego bajó del estrado.

Siguiendo la dirección de la mirada de Jacobo, los invitados vieron de pie, en medio de la luz tenue, a una mujer de figura delicada y elegante. No se distinguía su cara, pero la serenidad de su porte atrapó todas las miradas.

Entre la multitud, Lionel avanzó hacia donde estaba Gaspar. No esperaba que Jacobo confesara así, de forma abierta pero velada, su aprecio por Micaela. Sin pensarlo, buscó la reacción de Gaspar.

El semblante de Gaspar no mostraba cambios, pero su presencia imponía tanto que los empresarios que querían acercársele optaron por alejarse en silencio.

Micaela, tras su leve desconcierto inicial, se agachó tranquila para acomodar el vestido de su hija. Pilar, de puntitas, le dijo:

—Mamá, quiero ir a la sala de descanso a jugar con los juguetes.

Micaela tomó de la mano a su hija y ambas subieron al segundo piso. Apenas entraron a la sala de descanso, las luces del salón se encendieron por completo. Al volver la mirada hacia el lugar donde antes estaba la joven de vestido elegante, ya no quedaba rastro de ella.

Desde el otro extremo del salón, Gaspar observó en silencio hacia la sala VIP del segundo piso. Tenía la copa vacía, y sus dedos largos jugaban distraídos con el borde del vaso.

—Gaspar —Lionel se le acercó, siguiendo su mirada—. ¿Todo bien?

Gaspar esbozó una media sonrisa.

—Todo bien.

Lionel lanzó una mirada hacia Jacobo, que seguía rodeado de empresarios, pero pronto terminó la charla y se dirigió hacia ellos.

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