Divorciada: Su Revolución Científica romance Capítulo 631

—Te acompaño—dijo Jacobo.

—No hace falta, tú ve a atender a los invitados—le respondió Micaela.

Pero la mirada de Jacobo se mantuvo firme.

—No pasa nada, vamos, yo te llevo.

...

Micaela salió. Su carro estaba estacionado justo en el lugar VIP, frente a la entrada del Gran Hotel Alhambra. El aire nocturno, a punto de llegar diciembre, tenía una crudeza que calaba los huesos. Su vestido elegante, aunque hermoso, poco la protegía del viento. De repente, Micaela se sostuvo la frente, tambaleándose levemente. Jacobo la sostuvo enseguida.

—¿Qué pasa? ¿Te sentís mal?

Micaela negó con la cabeza.

—Creo que me dio frío, me siento un poco mareada.

En ese momento, Franco también salió del hotel. Jacobo le hizo una seña.

—Franco, manda a un chofer para que lleve a Micaela a su casa.

—Mejor la llevo yo, Srta. Micaela. No me quedo tranquilo si va con otra persona—replicó Franco.

—Está bien, pero maneja despacio.

Micaela, que en realidad ya estaba agotada, aceptó sin protestar. Jacobo abrió la puerta del carro y Micaela se acomodó en el asiento. Cuando Franco encendió el motor, ella notó que todavía llevaba la chaqueta de Jacobo sobre los hombros.

—Franco, espera, voy a regresarle la chaqueta...—empezó a decir Micaela.

—Srta. Micaela, el señor Jacobo ya entró. Mejor déjela y se la devuelve la próxima vez—le sugirió Franco.

Micaela no tuvo más remedio que asentir. Franco arrancó y se dirigió a su casa, sin molestarla en todo el camino.

Últimamente, Micaela sí que estaba agotada. El reciente resfriado de su hija la tuvo en vilo, y el trabajo de la semana la dejó al límite. Con el viento nocturno, el cansancio la había descompuesto y el mareo no la soltaba.

Al llegar a casa, Micaela miró la chaqueta en el asiento y decidió que lo mejor sería pedirle a Sofía que la mandara a la tintorería para devolvérsela a Jacobo.

Cuando Franco estacionó y la ayudó a bajar, se despidió con una reverencia y enseguida pidió un carro para irse.

...