Jacobo miró la chaqueta de traje que tenía en las manos. Se quedó inmóvil unos segundos antes de levantar la mirada y preguntar:
—¿Por qué esta chaqueta terminó en manos de tu jefe?
—No estoy muy seguro. Al parecer la señorita Micaela le pidió a mi jefe que se la devolviera —respondió Enzo.
Jacobo tomó el traje y, mientras lo hacía, dijo:
—Dale las gracias a Gaspar de mi parte, y discúlpate por las molestias.
—Claro —afirmó Enzo, y enseguida se dio la vuelta para irse.
Jacobo regresó al sillón, dejó la chaqueta a un lado y continuó con la reunión. Pero, a diferencia de antes, ya no lograba concentrarse del todo.
¿Micaela le pidió a Gaspar que devolviera el traje? Aquello lo dejó dándole vueltas al asunto sin encontrar respuesta.
Sacó su celular y escribió un mensaje para Micaela.
[Ya recibí el traje de la otra vez.]
[¿Lo mandaste a la tintorería?] preguntó Micaela al instante.
[Ya está limpio, me lo trajo el asistente de Gaspar, Enzo.] Apenas envió el mensaje, uno de los gerentes terminó su reporte.
—Señor Jacobo, ¿cree que este plan necesita algún cambio?
Jacobo por fin alzó la mirada, entrecerrando los ojos.
—Esperen un momento, tengo algo muy importante que atender. Vengan de nuevo en una hora.
Los gerentes se levantaron de inmediato y salieron, sin entender qué podía ser más importante para el señor Jacobo que cerrar un proyecto de cinco mil millones de pesos.
Jacobo se quedó mirando el celular, como si esperara una explicación de Micaela.
Pasaron diez minutos así.
...
Mientras tanto, Micaela acababa de responderle, pero justo en ese momento Ramiro la llamó y tuvo que irse. Cuando regresó a su lugar, vio el mensaje de Jacobo y se apresuró a contestar.
[Esa noche él se llevó el traje sin querer. Se me olvidó avisarte.]
[¿Viste el aviso? ¿Vamos juntos?]
Micaela seguía indecisa, así que contestó:
[Déjame platicarlo con Pilar primero y te aviso.]
[De acuerdo] respondió Jacobo.
...
Por la tarde, Micaela fue a recoger a su hija y, mientras iban en el carro de regreso, la niña ya iba emocionada hablando sobre la excursión:
—Mamá, este fin de semana podremos ir de picnic. ¡La maestra dijo que podemos llevar pastelitos!
Micaela la miró por el espejo retrovisor.
—¿En serio? Entonces, llegando a casa, nos anotamos, ¿te parece?
—¡Sí! ¡Me encanta la idea!

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