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Divorciada: Su Revolución Científica romance Capítulo 637

Mientras cenaba, Micaela recibió una llamada de Zaira.

—Micaela, la reunión de auditoría de datos para la fase tres del nuevo medicamento quedó programada para este sábado a las nueve de la mañana. El equipo de expertos de la FDA va a estar presente en videollamada, no se te vaya a olvidar asistir.

Micaela se sorprendió.

—¿Sábado?

—Sí, ¿tienes otro compromiso?

Micaela suspiró, resignada a posponer el paseo con su hija hasta las vacaciones de invierno.

—No pasa nada, ahí estaré puntual.

Esa noche, Micaela platicó con paciencia con su hija. Notó que Pilar se sentía muy decepcionada, aunque intentó aguantar las lágrimas. Al verla así, Micaela preguntó con suavidad:

—¿Quieres que le llame a tu papá para que él te acompañe?

—Pero yo quiero que tú vayas conmigo —Pilar por fin no aguantó más y rompió en llanto, con el labio temblando.

Micaela la abrazó y la acarició en la espalda.

—Está bien, cuando lleguen las vacaciones de invierno, te prometo que te llevaré al parque forestal, ¿sí?

Más tarde, Pilar se puso a jugar con Tecolote, su peluche favorito. Mientras tanto, llegó un mensaje al celular de Micaela; era de Gaspar.

[El sábado es la actividad de padres e hijos. Vi que no te apuntaste en la lista, ¿no vas a ir?]

Micaela contestó:

[Pilar no irá.]

[Está bien.]

Gaspar no insistió en que Micaela llevara a su hija.

Pasaron dos días de trabajo seguidos. El viernes por la noche, mientras Micaela leía en su estudio, recibió otra llamada de Zaira.

—Micaela, disculpa, pero me avisaron de auditoría que cambiaron la fecha. No habrá reunión este sábado.

—¡Yay! ¡Ahora sí podré ir a jugar con Viviana!

Micaela por fin respiró aliviada. Si se lo hubiera perdido, Pilar habría estado aún más triste.

Como aún era temprano, Micaela llevó a su hija a la plaza comercial cercana para comprar botanas y lo necesario para la excursión de mañana.

...

El sábado, el sol brillaba y el clima era perfecto. Micaela vistió a Pilar con un abrigo calientito y de moda, y le hizo dos trenzas.

Cuando llegaron a la escuela, Micaela de la mano de Pilar, un papá se levantó sorprendido. Era Jacobo, vestido con un abrigo casual y una sonrisa que no podía ocultar su alegría.

—¿Qué hacen aquí? ¿No que no podían venir? —le preguntó a Micaela.

—Sí iba a tener una reunión, pero la cancelaron ayer en la tarde —respondió Micaela.

Jacobo llevaba una canasta de picnic y sus ojos brillaban.

—¡Qué buena noticia! Así los niños pueden ir juntos y divertirse.

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