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Divorciada: Su Revolución Científica romance Capítulo 666

—¿Por qué te interesa tanto ese tipo? —aventó Lionel del otro lado.

—¿Estás celoso? Solo me dio curiosidad verlo con Micaela, nada más —reviró Samanta, y al terminar, mandó otra foto de Micaela sentada junto a ese hombre.

—No tengo idea de quién es —contestó Lionel, sin rodeos.

—Mándasela a Jacobo y pregúntale si lo conoce —insistió Samanta.

—No sé si sea buena idea… Podríamos lastimar a Jacobo.

—Al contrario, así Jacobo se da cuenta de cómo es Micaela en realidad. Le va a servir —contestó Samanta, firme en su propósito de sacar a Micaela del círculo de publicaciones de Gaspar.

Por fin, Lionel pareció ceder.

—Bueno, va, se la mando y le pregunto.

Samanta no pudo evitar que se le dibujara una sonrisa satisfecha. En ese momento, una voz retumbó en el micrófono, clara y fuerte:

—Damas y caballeros, demos una calurosa bienvenida al alcalde y al señor Gaspar, presidente del Grupo Ruiz.

De inmediato, Samanta levantó la vista. Vio a Gaspar entrar junto al alcalde, caminando hombro a hombro, reflejando el peso que tenía en el mundo de los negocios y la política.

En un instante, todas las miradas se posaron sobre ellos.

Micaela también levantó la cabeza, sorprendida de ver llegar a Gaspar, aunque considerando su aporte y dedicación a la medicina en los últimos años, no era raro que lo invitaran a ese tipo de eventos.

Cuando Gaspar llegó a la primera fila, su mirada profunda se cruzó justo con Micaela y Anselmo, que estaban sentados juntos. Por un breve instante, se detuvo; su atención se clavó en los dos antes de apartar la vista.

El alcalde y Gaspar se sentaron en el centro de la primera fila, en la zona más visible del recinto.

—¡Tío! —Anselmo se inclinó hacia adelante, llamando discretamente al alcalde.

El alcalde Villegas apenas se dio cuenta de la presencia de su sobrino y, al voltear, también vio a Micaela. Sonrió con complicidad, le lanzó una mirada a Anselmo, y saludó a Micaela de manera cálida:

...

La velada de caridad estaba a punto de empezar. La esposa del alcalde, la señora Villegas, subió al escenario para dar unas palabras. Su tono transmitía una calidez entrañable.

—Esta noche, tenemos el privilegio de contar con el señor Gaspar, presidente del Grupo Ruiz, quien ha hecho grandes aportes en la investigación de la leucemia. Además, nos acompaña la señorita Micaela, investigadora principal en el desarrollo del nuevo medicamento contra la leucemia…

Antes de que terminara de hablar, un aplauso atronador llenó el salón. Al mismo tiempo, Micaela y Gaspar se pusieron de pie para saludar a la señora Villegas en el escenario.

Las cámaras enfocaron a ambos y sus imágenes aparecieron en la pantalla gigante del salón.

Samanta los miraba con el puño apretado. Si alguien le hubiera dicho hace dos años que Micaela y Gaspar estarían tan unidos, no lo habría creído.

Mucho menos habría imaginado que, en una ocasión tan importante, Micaela sería reconocida y ovacionada por todos.

Qué ironía la vida. Samanta sentía, en el fondo, que también tenía algo de mérito en ese éxito de Micaela. Si no fuera por ella, Micaela seguiría tranquila al lado de Gaspar, conformándose con pedirle dinero para los gastos del hogar, como una esposa sumisa.

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