En ese momento, el celular de Micaela vibró. Ella le echó un vistazo a la pantalla y, sin perder la compostura, se giró hacia Jacobo.
—Me tengo que ir, nos vemos luego.
Jacobo asintió, observando cómo Micaela se dirigía al carro y se alejaba. Su mente estaba hecha un nudo; desde que Gaspar le reveló la verdadera identidad de Anselmo, sentía como si llevara una montaña invisible encima, una presión que no lo dejaba respirar tranquilo.
...
A las nueve y media, en la sala de juntas del Grupo Ruiz, reinaba una atmósfera tensa y pesada. Los directores sentados alrededor de la mesa apenas se atrevían a cruzar miradas.
Gaspar ocupaba la cabecera, impecable en su traje, con el semblante tan serio que imponía respeto. Cuando Micaela entró, solo le dirigió una mirada fugaz antes de apartar la vista, como si nada pudiera distraerlo de lo que tenía en mente.
Micaela tomó asiento en su lugar, hojeando los documentos que habían dejado frente a ella. Entre los papeles estaba el informe con los resultados recién publicados por la comisión de valores.
Los ojos oscuros de Gaspar recorrían a cada uno de los presentes, como un lobo acechando en silencio.
—Les agradezco que hayan venido —comenzó, su voz no era alta, pero en esa sala tan callada, cada palabra pesaba como plomo—. Hay varios asuntos importantes que debo anunciar hoy.
Enzo, que se encontraba a su lado, tomó la palabra para continuar la declaración.
—Buenos días a todos. Informo que los tres directores implicados en el incidente han sido despedidos y sus casos se pondrán en manos de las autoridades correspondientes. A partir de este momento, el Grupo Ruiz formará un comité independiente de supervisión para garantizar que jamás vuelva a ocurrir algo semejante.
Hizo una pausa, dejando que la noticia cayera como una piedra en el agua.
—Por otro lado, el señor Gaspar aportará una inversión adicional, con el objetivo de estabilizar la confianza en el mercado.
Apenas terminó de hablar, todos los directores se miraron entre sí, sorprendidos, aunque ninguno se atrevió a objetar nada.
En ese instante, uno de los directores más veteranos, con cierta duda en la voz, preguntó:
—Señor Gaspar, sobre los fondos obtenidos por el ejercicio de las opciones...
La mirada de Gaspar se volvió cortante.
—¿Tiene alguna inquietud al respecto?
—No, no es eso —balbuceó el hombre—. Solo me preguntaba si esa suma podría afectar el flujo de efectivo de la empresa.
Enzo, entendiendo la preocupación, intervino de inmediato.
—Ese dinero corresponde exclusivamente a una operación personal del señor Gaspar y no tiene relación con los fondos del Grupo. No hay motivo para preocuparse.
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