Micaela no respondió a sus palabras. En ese momento, le llegó otro mensaje; fuera lo que fuera, la hizo reír. Tomó su celular y grabó un audio.
—Ya, anda a dormir. Que descanses.
Esa voz suave, tan llena de ternura, hizo que los ojos de Gaspar se ensombrecieran un poco.
Después, Micaela dejó el celular, fue hasta la puerta y le habló a Gaspar.
—Puedes irte. Yo ya me voy a descansar.
Considerando que esa noche él había ayudado a cuidar a su hija, Micaela fue más amable de lo habitual.
—Descansa —le dijo Gaspar al pasar a su lado.
Micaela cerró la puerta detrás de él y se fue directo a bañarse. El mensaje que la hizo reír no era de otro que de Emilia, con quien compartía confidencias de amigas.
...
A la mañana siguiente, como de costumbre, Micaela dejó a su hija en la puerta del cuarto de Gaspar y se fue a una reunión.
Esa junta se extendió durante tres días y todavía quedaban dos días más de debates académicos.
Micaela regresaba hasta las diez de la noche. Como siempre, Gaspar cargaba a la niña dormida y la llevaba a la recámara principal de Micaela.
Justo cuando Gaspar cerraba la puerta, el celular de Micaela empezó a sonar. Al revisar la pantalla, vio que era Jacobo quien llamaba.
Micaela se quedó pasmada unos segundos. ¿Por qué Jacobo la llamaría tan tarde? ¿Pasó algo grave?
Tomó el celular y caminó hacia la ventana, contestando con cierta inquietud.
—¿Hola, Jacobo? ¿Pasa algo?
—Señora Micaela, soy yo, Viviana —respondió una vocecita infantil, tratando de sonar mayor.
—Viviana, ¿quieres hablar con Pilar? Pero ya está dormida.
—Señora Micaela, mi tío y yo pronto vamos para Costa Brava. Cuando lleguemos, ¿puedo jugar con Pilar?
La noticia sorprendió a Micaela. ¿Jacobo y Viviana también venían a Costa Brava?
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