Dentro de la cafetería, Anselmo le preguntó a Micaela:
—¿Quieres evitar cruzarte con ellos? Podemos cambiar el vuelo si prefieres.
Micaela ya había revisado, pero el siguiente vuelo disponible era hasta las once. Quería llegar temprano para preparar todo, y además, el señor Nico iba con ella. No tenía razón para evitar a nadie.
Cuando Micaela tomó asiento, Anselmo le preguntó qué quería tomar. Ella pidió un latte de vainilla y él fue a pedirlo al mostrador.
No pasó mucho tiempo antes de que Nico saliera, contestando una llamada mientras caminaba. Micaela le saludó con la mano, pero Nico solo señaló el teléfono y se alejó hacia otro lado.
...
En la sala VIP, Lionel y Samanta seguían en compañía de Gaspar.
A Lionel le parecía raro que Gaspar no hubiera usado su avión privado. ¿Por qué apurarse para tomar un vuelo comercial tan temprano? En teoría, Gaspar tenía tiempo de sobra para avisar y preparar su propio vuelo.
Al menos que él mismo hubiera decidido no hacerlo. La mirada de Lionel se posó en Gaspar, y al recordar haber visto a Micaela con ese joven minutos antes, empezó a atar cabos.
Pero, ¿cómo podía ser posible?
¿Gaspar renunciaría a su avión privado solo por Micaela y se subiría a un vuelo comercial?
La idea tenía sentido. De la azotea del Edificio Ruiz al aeropuerto había apenas veinte minutos; con su avión particular, Gaspar podría haber llegado a Villa Fantasía mucho antes.
—Voy a salir a fumar un cigarro —le avisó Gaspar a Lionel antes de levantarse y dejar la sala.
Al salir, sus ojos cruzaron la pared de vidrio, fijándose en la figura delgada de Micaela en la cafetería. Ella revisaba mensajes en su celular, cuando Anselmo llegó con las dos tazas de café y, atento, las puso frente a ella.
Micaela tomó la bebida y, abrazando la taza con ambas manos, le sonrió con calidez a Anselmo.
Anselmo, con su aire relajado, se recargó en la silla de enfrente, platicando con ella de forma ligera y animada.
Gaspar se dirigió entonces al área de fumadores.
...
Mientras Micaela revisaba el programa de la reunión, Anselmo se sentía incómodo por la coincidencia de estar en el aeropuerto con Gaspar, y encima en el mismo vuelo. Según él sabía, Gaspar tenía su avión privado disponible para cuando quisiera.
—Ya casi es hora de abordar.
Micaela y Anselmo fueron de los últimos en entrar al avión. En primera clase, Lionel y Samanta estaban sentados en la misma fila, mientras que Nico y Gaspar ocupaban la de al lado.
Cuando Micaela se acomodó, Anselmo quedó unos asientos más atrás. Se acercó con una sonrisa amable y le dijo a la señora de complexión robusta sentada al lado de Micaela:
—Disculpe, ¿le molestaría cambiarme su lugar? —Mostrando su sonrisa característica de buen chico, añadió—: Mi novia se marea en los vuelos y me gustaría poder cuidarla.
La señora, que en un inicio no tenía intención de moverse, no pudo resistirse al encanto de Anselmo y accedió con gusto:
—Está bien, sin problema.
Antes de levantarse, le echó un vistazo a Micaela y pensó para sí misma que hacían una pareja perfecta.
Las palabras de Anselmo, en el silencio de la primera clase, se escucharon perfectamente.
Lionel, sorprendido, se giró para observarlos un momento, intrigado por la identidad de Anselmo, de la que aún no tenía ni la menor idea.

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