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Divorciada: Su Revolución Científica romance Capítulo 710

Sin embargo, en ese momento Anselmo se asumió como el novio de Micaela. No podía ver la expresión de ella, pero al parecer Micaela no lo negó.

Gaspar estaba sentado junto a la ventana, en la misma fila que Micaela, y sus ojos se deslizaban hacia ese lado, opacos e inescrutables.

Anselmo se acomodó en su asiento, le guiñó el ojo a Micaela, y ella, resignada, le regaló una sonrisa. Aun así, para cambiar de lugar necesitaba una excusa razonable.

Samanta volteó desde su asiento para mirar a Gaspar. Lo vio de perfil, con el rostro serio, la mandíbula tensa mientras miraba por la ventana.

Samanta apartó la mirada, sintiendo una punzada de incomodidad.

Conociendo a Gaspar, ella sabía que era orgulloso, acostumbrado a llevar el control en cualquier relación, el tipo que rara vez cambiaba por alguien. ¿Por qué habría de hacerlo ahora por Micaela?

A pesar de pensarlo, Samanta apretó los labios, con el corazón hecho un nudo. Muchas cosas habían cambiado sin que ella se diera cuenta.

Al levantar la vista, se encontró con Lionel, quien la miraba con preocupación. Samanta tenía algo claro: los sentimientos de Lionel por ella nunca habían cambiado.

Le sonrió, negando suave con la cabeza, para hacerle saber que estaba bien.

El avión despegó con suavidad. Mientras ascendía entre las nubes, Micaela aferró el apoyabrazos, sus nudillos blancos por la presión.

Entonces, Anselmo extendió una mano grande y cálida sobre la de Micaela, como si quisiera transmitirle seguridad.

Micaela no se apartó. Solo le sonrió con gratitud y volvió a cerrar los ojos, esforzándose por controlar esa sensación de vértigo.

La mirada de Gaspar se posó en las manos entrelazadas de Anselmo y Micaela. Tragó saliva, conteniendo una oleada de emociones.

Cuando el vuelo se estabilizó, las azafatas pasaron a atenderlos. Micaela pidió una Coca-Cola con hielo para calmar la incomodidad del estómago. Luego desplegó la mesita y sacó el iPad para revisar unos documentos del congreso que no había terminado de leer.

Anselmo miró la pantalla llena de términos médicos en inglés, tan complejos como ininteligibles para él. No pudo evitar admirar a Micaela, imaginando todo el esfuerzo que había invertido para llegar a donde estaba.

Sin querer interrumpirla, Anselmo pidió una revista a la azafata para entretenerse.

Las azafatas estaban de lo más atentas, y no era para menos: reconocían a Gaspar y Lionel, pero la identidad de Anselmo seguía siendo un misterio fascinante.

Nico se había quedado dormido. Gaspar le pidió a la azafata que le pusiera una manta extra. Ella, atenta, cubrió cuidadosamente a Nico y aprovechó para observar de cerca a ese elegante magnate.

Capítulo 710 1

Capítulo 710 2

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