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Divorciada: Su Revolución Científica romance Capítulo 727

Gaspar dejó a su hija en el suelo, se quitó el saco del traje y lo puso sobre el respaldo del sofá. Su voz sonó seria, cargada de una firmeza inusual.

—Ya le advertí a mi hermana. No va a volver a pasar algo así.

—Tu hermana lleva siendo una irresponsable desde hace mucho —bufó Micaela, dejando en el aire una mezcla entre reproche y cansancio.

—No pienso permitir que se acerque de nuevo a Pilar. Voy a pedirle que se mude a otro lado —dijo Gaspar, con una determinación inamovible.

Micaela, al ver que su hija ya había entrado sola al cuarto de juguetes en la planta baja, se giró hacia él. Pronunció cada palabra con claridad, como quien marca un límite definitivo.

—Si tu hermana vuelve a meterle esas ideas extrañas a mi hija, voy a pedir una orden de restricción para que nadie de la familia Ruiz se acerque a Pilar.

Sin esperar respuesta, Micaela subió las escaleras. La tensión se quedó flotando en el ambiente.

Gaspar sintió cómo su mirada se volvía más intensa. Esta vez, lo que había hecho Adriana de verdad había cruzado la línea con Micaela; la furia de ella se notaba en cada gesto.

...

En eso, Pilar salió del cuarto y jaló a Gaspar hasta el sofá, emocionada por mostrarle cómo resolvía las sumas. Él le enseñó un método todavía más sencillo, y Pilar brincaba de alegría.

—¡Papá, ponme diez ejercicios!

—Va, déjame pensar unos buenos —respondió Gaspar, tomando una hoja y escribiendo los problemas.

Cuando terminó, revisó su reloj. Ya habían pasado diez minutos. Levantó la vista, mirando hacia el segundo piso: Micaela no bajaba a echarlo, así que se permitió quedarse un rato más con su hija.

Pepa, la perrita, estaba echada a sus pies. Gaspar se agachó y acarició su cabeza, sintiendo cómo el cariño hacia aquel animalito iba creciendo cada vez más.

Micaela, en el estudio, escuchaba las carcajadas de su hija a lo lejos. Cerró los ojos, fastidiada. Tenía ganas de echar a Gaspar de la casa, pero temía herir a Pilar, así que decidió aguantarse.

Sofía llegó después de lavar la ropa y, al ver a Gaspar, le llevó una bebida caliente.

—Señor Gaspar, aquí tiene algo para tomar.

—Gracias —le regaló una sonrisa agradecida.

—No hay de qué, señor —respondió Sofía antes de marcharse.

Ya eran las nueve de la noche. Gaspar recordó que su hija tenía clases al día siguiente y se levantó.

—Pilar, mañana vengo a verte otra vez —dijo, acariciándole el cabello.

—¿Me puedes llevar tú a la escuela? —le preguntó Pilar, tomándolo de la mano.

—Claro que sí —le aseguró él, agachándose para estar a su altura.

—¡Promételo! —Pilar extendió su meñique.

Gaspar hizo el gesto y entrelazó su dedo con el de ella. Pilar sonrió, más tranquila.

—Nos vemos, papá.

Sofía lo acompañó hasta la puerta y la cerró tras él.

...

Gaspar bajó en el ascensor hasta su piso, abrió la puerta de su departamento y entró. Alzó la vista hacia el techo, como buscando algo en el silencio del espacio. Se aflojó la corbata y la aventó sobre el sofá.

En ese enorme departamento de más de quinientos metros, lo único que se oía era el eco de sus propios pasos.

Capítulo 727 1

Capítulo 727 2

Capítulo 727 3

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