Divorciada: Su Revolución Científica romance Capítulo 753

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La situación era más delicada de lo que parecía: si Gaspar no lograba ganarse el favor del consejo directivo, era muy probable que todos ellos se le pusieran en contra. Después de todo, en su última presentación del plan a tres años, Micaela había mencionado los proyectos civiles, solo que ahora Gaspar simplemente adelantó los tiempos.

Claro, eso también tenía sentido, pues sus investigaciones ya estaban listas para ser aplicadas fuera del laboratorio.

Ramiro, aunque no comprendía a fondo las complejidades de esa clase de alianzas empresariales, confiaba plenamente en Micaela. Se quitó los lentes y se frotó el entrecejo.

—Ya entendí. No tengo más objeciones al respecto.

—Gracias, Ramiro.

Ramiro notó que Micaela no se aferraba a oponerse, así que seguro tenía sus razones. Al final de cuentas, la teoría del proyecto de Interfaz Cerebro-Máquina venía de ella, así que nadie mejor para tomar la decisión.

Sofía preparó una mesa llena de comida deliciosa, y poco después, Micaela y Ramiro bajaron juntos.

Gaspar estaba recostado en el sofá, entretenido con su hija y unos bloques de construcción. Cuando alzó la mirada y vio a Ramiro, este le respondió con un leve gesto de cabeza, ya tranquilo, como si nada hubiera pasado.

Sin embargo, Gaspar frunció el ceño. Era evidente que Micaela había logrado convencer a Ramiro allá arriba, porque ahora su expresión era serena y sus gestos relajados.

Mientras pensaba en esto, Gaspar apretó los bloques entre los dedos, sin darse cuenta.

Ramiro, al ver que Sofía traía bebidas preparadas desde la cocina, se apresuró a ayudarla. En ese momento, Gaspar se acercó a Micaela y le habló con un tono que no dejaba adivinar sus sentimientos.

—Entonces, ¿el doctor Ramiro ya cambió de opinión?

Micaela apenas le dirigió una mirada, sin molestarse en contestar.

—Veo que la doctora Micaela cada vez es mejor para convencer a la gente —añadió Gaspar, alzando una ceja—. No me sorprende, antes también me ayudaste a lidiar con ese montón de directivos testarudos.

Micaela siguió ignorándolo. Solo quería que ese hombre terminara de cenar y se fuera cuanto antes.

Gaspar observó a Ramiro y Sofía conversando en la cocina. No pudo evitar arrugar el ceño, porque esa escena parecía sacada de una familia cualquiera, y Ramiro daba la impresión de ser el jefe de la casa.

...

Durante la cena, el ambiente estaba tranquilo. Gaspar se ocupaba de atender a su hija. Pilar, como siempre, no quería comer cebolla, pero esa noche, por darle más aroma al platillo, Sofía había espolvoreado un poco sobre las costillitas agridulces.