Micaela sonrió y asintió con tranquilidad.
—Así es, estoy investigando casos relacionados con ese tema.
Zaira la miró con cierta curiosidad, percibiendo que la pregunta de Micaela no venía de la nada.
—¿Por qué? ¿Conoces a alguien que tenga una enfermedad de la sangre?
—Solo me dio curiosidad, nada más —Micaela mantuvo su sonrisa serena, procurando no preocupar más a Zaira.
Luego, Micaela desvió la conversación hacia sus hábitos alimenticios, y estuvieron platicando sobre eso hasta que dieron las cuatro y media de la tarde, momento en que se despidió.
Cuando Micaela se fue, Zaira tomó su laptop y se puso a buscar información sobre los casos que Micaela había mencionado. Al revisar los registros nacionales, notó que no existía la enfermedad rara que Micaela describió; solo encontró casos comunes.
Como tenía tiempo libre, Zaira decidió hacer un pequeño resumen de los casos. Entró al sistema interno del hospital y buscó archivos sobre leucemia. Justo cuando abrió el expediente de Oliva, apareció otro archivo relacionado.
Repasando la lista de pacientes, Zaira siguió bajando con el cursor, hasta que de pronto un nombre la hizo detenerse en seco.
¡Fabiana!
Ese era el nombre de la mamá de Micaela.
¿En serio estaba en la lista de pacientes con leucemia?
¿O era solo alguien con el mismo nombre? De inmediato, Zaira revisó los datos: número de identificación, domicilio y, al llegar al apartado de familiares registrados, leyó: —Kevin Arias
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