Divorciada: Su Revolución Científica romance Capítulo 888

Al otro lado del teléfono, Lidia, la mamá de Lionel, no pudo ocultar la alegría en su voz al escuchar que su hijo preguntaba, por iniciativa propia, sobre las costumbres para visitar a alguien.

—Procura comprar un regalo de esos que se ven caros, ¿sí? No vayas a quedar mal.

—Está bien, llevaré una botella de buen vino y unas bebidas bien preparadas —respondió Lionel.

—Con que tú vayas es suficiente —añadió Lidia, emocionada porque, para ella, era raro que su hijo quisiera ir a felicitar en persona a los mayores de la familia Orozco.

—Sí, ya lo tengo claro —dijo Lionel antes de colgar. Sin poder evitarlo, la imagen de Paula apareció en su mente. Desde aquella noche, aunque Paula no le reclamó nada, a Lionel le pesaba la conciencia.

En el fondo, le había quitado a la chica algo muy importante, así, de manera confusa. Si encima se hacía el desentendido, ¿qué clase de tipo sería?

...

Dentro de la camioneta de Samanta, Noelia miró con preocupación el moretón que le había quedado a Samanta en el brazo después del análisis de sangre.

—¿Por qué te sacaron tanta sangre esta vez? Antes nunca te sacaban tanto —comentó Noelia con tono lastimero.

Samanta tenía la expresión apagada y contestó sin mucho ánimo:

—Esta vez me hicieron más estudios.

—Cada año te sacan sangre y me da una angustia... —suspiró Noelia. Aunque Samanta siempre decía que solo era un chequeo, en su interior Noelia intuía que había algo más.

Como Samanta no quería hablar del tema, ella tampoco podía insistir. Cambió de tema y preguntó:

—¿Te gustaron las fotos que te tomé hoy? Tus fans están preocupadísimos, ya eres tendencia.

Samanta tomó su celular y revisó la publicación. Efectivamente, la cantidad de mensajes era abrumadora. Sus seguidores la llenaban de palabras de apoyo; la foto transmitía perfectamente esa fragilidad que derretía corazones.

Ella no respondió. Publicó esa foto, no para ganarse la compasión de los fans.

En la era del internet, quien tiene que verlo, lo verá. Samanta esbozó una leve sonrisa y, por un momento, su mente se fue a la llamada que acababa de recibir de Lionel. En los seis años que lo conocía, era la primera vez que él la rechazaba por un asunto de otra persona. Recordó también que él le había contado que su familia ya le había arreglado una cita con alguien.

De inmediato, la imagen de la chica que había visto en la fiesta la última vez le vino a la mente. Debía ser la candidata que la familia Cáceres había buscado para Lionel.

Samanta apretó los labios. Su ánimo se ensombreció poco a poco.

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