Divorciada: Su Revolución Científica romance Capítulo 93

Emilia, temiendo alterar a Micaela, cambió rápidamente de tema y empezó a platicar de otras cosas. Sin embargo, Micaela se mantuvo tranquila; ahora, para ella, todo le parecía tan lejano y sin importancia.

Cuando terminaron de comer, Emilia acompañó a Micaela hasta su casa. Durante el trayecto, Emilia trató de consolarla.

—Mica, no dejes que esto te afecte, ¿sí?

—No te preocupes —Micaela le sonrió con serenidad.

Emilia la observó con cierta extrañeza.

—Mica, ¿por qué siento que has cambiado? Es como si ya nada te importara, como si todo te diera igual. No es por nada, pero hace apenas cuatro meses estabas llorando por teléfono, diciéndome cuánto lo amabas y lo difícil que te resultaba dejarlo.

Micaela, por supuesto, lo recordaba bien. Aquella noche había llorado como niña en la llamada, desbordándose en confesiones sobre cuánto lo quería y lo mucho que le dolía la separación.

—Las personas cambian —suspiró Micaela, dejando escapar el aire como si así se deshiciera de un peso.

Emilia le dirigió una mirada llena de preocupación. Después de escuchar lo que Renata le había contado, estaba convencida de que lo de Gaspar y Micaela era un enredo imposible. Samanta había sido el primer amor de Gaspar, así que casarse con Micaela no había sido más que una forma de devolver un favor.

...

A la mañana siguiente, Micaela revisó su correo electrónico. Ramiro le había reenviado varios reportes acerca del incidente en Pueblo de la Brisa. Tanto el hospital como las autoridades locales estaban presionando al laboratorio para que formaran un equipo especial y descubrieran la causa lo antes posible.

Micaela fue al despacho de Ramiro para hablar sobre los nuevos casos. Mientras conversaban, la asistente de Lara se acercó.

—Dr. Ramiro, Lara acaba de encontrar algo. ¿Podría ir un momento?

La asistente miró de reojo a Micaela, dejando claro que prefería que ella no acompañara a Ramiro.

—Ramiro, yo regreso al laboratorio —dijo Micaela, captando la indirecta.

Micaela volvió al laboratorio y, con las nuevas muestras en la mano, se instaló frente al microscopio, sumergiéndose en el trabajo. Alrededor de las once de la mañana, logró extraer metilmercurio de varias muestras; comúnmente llamado mercurio.

Siguió haciendo pruebas con más de una decena de muestras y finalmente llegó a una conclusión: las aguas residuales ya habían contaminado por completo el embalse. Los peces del lago estaban saturados de mercurio, y como los habitantes de Pueblo de la Brisa consumían esos peces habitualmente, todos presentaban síntomas similares.

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