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Divorciada: Su Revolución Científica romance Capítulo 933

La familia Ruiz, aunque un poco silenciosa, vivía rodeada de lujos y buen gusto. Todo lucía impecable, sin una mota de polvo gracias al esmero de los empleados.

Pilar jugaba sola en una esquina de la sala, mientras Florencia y Micaela estaban sentadas en el sofá, disfrutando de unas bebidas calientes.

—Le dije a Gaspar que quería ir a ver a Damaris, pero me salió con que no la anduviera molestando… ¡Ay! ¿Pues qué enfermedad es esa que no la dejan volver a casa después de tanto tiempo? —Florencia seguía con la incertidumbre dibujada en el rostro.

Micaela intentó tranquilizarla:

—Abuelita, no se preocupe tanto. Hoy en día la medicina está muy avanzada. Damaris va a estar bien, ya verá.

Florencia miró a Micaela y sonrió:

—¡Si aquí delante de mí tengo a una genia de la medicina! No me preocupo, no me preocupo… La verdad, lo que extraño es tener la casa con más movimiento.

Después, Florencia le preguntó a Micaela:

—¿Y tú en qué andas últimamente? ¿Sigues en el mismo laboratorio?

—Sí, ahí sigo —respondió Micaela, ocultando parte de la verdad. No quería preocupar a la abuelita, ya no estaba para muchos sobresaltos.

—Ustedes los jóvenes siempre tan ocupados. Gaspar, con ese negociazo, apenas y le alcanza el día. Si su papá no se hubiera ido tan pronto… —Florencia dejó la frase flotando en el aire, lamentando una vez más la partida de su hijo antes de cumplir los cincuenta.

La verdad, Sebastián Ruiz falleció a los cuarenta y cinco.

Todavía era joven.

El día que murió, Micaela estaba en el hospital. Su padre era el médico principal de Sebastián. Por aquellas fechas, Micaela casi vivía en el hospital; las reuniones médicas se alargaban hasta la madrugada. Aun así, no pudieron salvarle la vida.

Micaela apretó el vaso entre sus manos, y una ráfaga de recuerdos que creía olvidados le atravesó la mente.

Ese día, justo al salir del elevador, escuchó a una enfermera comentar que el paciente de la habitación 9 no había sobrevivido la reanimación de la mañana. Sin pensarlo, Micaela salió corriendo hacia el área de internación. Cuando llegó, Gaspar estaba arrodillado en la puerta del cuarto, mientras varios especialistas, incluyendo a su propio padre, guardaban silencio en señal de respeto.

—Mica, ¿estás bien? —La voz de Florencia la sacó de sus pensamientos.

Capítulo 933 1

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