Divorciada: Su Revolución Científica romance Capítulo 947

El semblante de Samanta se volvió aún más pálido, casi como si le hubieran drenado el color de la cara. Clavó la mirada en Lionel, quien, aunque seguía mostrando una sonrisa cálida y unos ojos llenos de ternura, a ella ya no le engañaba: algo dentro de él había cambiado.

Y todo había empezado desde la llegada de esa tal Paula.

Lionel no supo cómo reaccionar bajo la mirada intensa y vulnerable de Samanta. Se rascó la parte de atrás de la cabeza, incómodo.

—Samanta, ¿qué te pasa hoy? ¿Por qué te veo tan decaída? ¿Tuvieron una bronca tú y Gaspar o qué?

En ese momento, la trabajadora de la casa apareció con un tazón de avena caliente. Lo dejó sobre la mesa frente al sofá y le habló a Samanta.

—Srta. Samanta, aquí tiene la avena.

—Gracias, déjala allí —respondió Samanta. Se incorporó para tomar el tazón, pero un gemido ahogado escapó de sus labios cuando el dolor la sorprendió.

—¿Te dolió? —Lionel se acercó de inmediato, la preocupación marcada en el rostro.

Samanta volvió a sentarse y, con cuidado, levantó la manga para mostrar la zona donde le habían sacado sangre. La piel, normalmente clara, estaba salpicada de un moretón intenso que cubría casi toda la curva interna del brazo.

Lionel le sujetó la muñeca de golpe, tan fuerte que hasta su voz cambió.

—¿Qué te pasó aquí? ¡Dime de una vez!

Samanta intentó zafarse, pero él solo apretó más.

—Dímelo, ¿qué onda contigo? ¿Por qué tienes esa herida? ¿Te metiste en algún problema?

—Lionel... ya no sigas —murmuró ella, apartando la cara, evidentemente sin ganas de hablar del tema.

—Está bien, ya no pregunto, pero prométeme que vas a descansar y, si pasa algo, me avisas —suspiró Lionel.

Samanta arrugó la frente. No cabía duda: el Lionel de ahora ya no era el mismo que conocía.

—Lionel, me cuesta usar la mano... ¿podrías ayudarme a tomar la avena? —alzó la vista, con un dejo de súplica.

Al ver su expresión tan frágil y la mancha oscura que desfiguraba su brazo, Lionel no pudo negarse.