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Divorciada: Su Revolución Científica romance Capítulo 955

La noche anterior, todas en la estación de enfermeras habían estado platicando sobre él. Pero hoy, para su sorpresa, vio a ese hombre, el mismo que anoche era motivo de sus charlas, despertando con el cabello cubierto de canas por la mujer que yacía en la cama.

Entre su melena negra y abundante, esos mechones grises resaltaban cada vez más. Aunque no le restaban ni pizca de atractivo ni juventud a su cara, sí le arrancaban un poco el corazón a quien lo mirara.

La enfermera terminó su trabajo en silencio y salió del cuarto. Apenas se reunió con sus compañeras, les soltó la noticia y todas quedaron boquiabiertas. A pesar de que en el hospital están acostumbradas a las tragedias humanas, ver a alguien encanecer en una noche seguía siendo algo fuera de lo común.

—¿De verdad? —preguntó una con los ojos bien abiertos.

—Sí, te lo juro. Y es que, la neta, está tan guapo que anoche no pude evitar mirarlo varias veces. Tenía el cabello completamente negro, pero cuando fui a verlo en la mañana, ya le habían salido un buen de canas. Si sigue así por el estrés, pronto va a estar completamente blanco.

—La Dra. Micaela es su exesposa, ¿verdad? ¿Se acuerdan de la vez que salió en las noticias? Le dio ocho empresas como parte del divorcio, ¡eso sí que fue noticia!

Mientras las enfermeras cuchicheaban en la estación, dentro de la habitación todo seguía sumido en un silencio profundo.

Gaspar parecía ajeno a los cambios de su propio cuerpo. Le acarició la frente a Micaela y volvió a sentarse junto a la cama, contemplando su rostro adormecido.

Ya eran las tres de la tarde.

Las pestañas de Micaela temblaron un instante, y poco a poco abrió los ojos.

Lo primero que vio fue el techo del hospital. Apenas recuperó la conciencia, escuchó una voz baja y suave:

—¿Despertaste?

Micaela giró la cabeza apenas, y de repente se topó con una mirada enrojecida por el cansancio. Desvió la vista incómoda, pero no pudo evitar fijarse en las canas que se extendían sin control por entre el cabello de Gaspar.

Se quedó un momento en shock, mirando esas hebras grises.

—¿Te duele el corazón? ¿Sientes alguna molestia? ¿Quieres que llame al doctor? —Gaspar la examinó con la mirada, su voz ronca y cansada.

Micaela negó con la cabeza, pero sus ojos seguían atrapados en esas canas. Abrió la boca para preguntar, sin atreverse a decir nada.

Capítulo 955 1

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