El semblante de Jacobo se tornó más serio, sus ojos reflejaron una actitud mucho más cautelosa. Tras unos segundos de silencio, al fin habló con lentitud.
—Mira, Lionel, yo conozco a Gaspar desde que íbamos a la primaria. Aunque con el tiempo cada quien tomó rumbos diferentes por la escuela y todo eso, nunca dejamos de estar al tanto uno del otro. Si me preguntas si Gaspar y Samanta solo tienen una relación de negocios, pues la verdad, yo creo que sí, no hay nada más.
—¿Eso dices? —Lionel se incorporó en el sillón, sin poder creerlo—. Yo juraría que Samanta está bien clavada con Gaspar, de verdad lo quiere.
Jacobo sostuvo la mirada, directo y sin rodeos.
—Por cómo conozco a Gaspar, no es alguien que se mezcle con cualquiera solo por un trato. Además, en ese entonces él ni siquiera se había divorciado de Micaela.
La ansiedad de Lionel creció, y no tardó en presionar.
—¿Entonces crees que Samanta dice la verdad? ¿De verdad entre ellos no pasó nada?
Jacobo guardó para sí algunos detalles, como la primera vez que se topó con Samanta, y cómo ella intentó acercarsele después. Aunque Samanta fue muy cuidadosa al tantear sus reacciones, desde ese momento Jacobo supo de qué estaba hecha.
—A ver, Lionel, si entre ellos no pasó nada, ¿vas a lanzarte a conquistar a Samanta de inmediato?
Lionel se llevó las manos a la cabeza, visiblemente conflictuado. Permaneció así un rato, hasta que por fin levantó la vista hacia Jacobo.
—Te voy a contar algo, pero te pido que no se lo cuentes a nadie. Por favor, guárdame el secreto.
Jacobo tomó su vaso de jugo y, con una ceja levantada, mostró interés.
—Dale, cuéntame.
Lionel le confesó lo que sucedió aquella noche con Paula, después de haber bebido, y también le habló con sinceridad de sus recientes sentimientos y reacciones hacia ella.
Se frotó el cabello, la confusión pintada en su rostro.
—Jacobo, ¿qué me pasa? Me la pasé años obsesionado con Samanta, pero ahora... no puedo dejar de pensar en Pauli. Me molesta cuando la veo en el bar, cuando se sube al carro de alguien más, y la neta... siento que nunca dejo de pensar en ella.
Jacobo lo escuchó en silencio y, al terminar, le dedicó una sonrisa cómplice.
—Lionel, felicidades. Creo que por fin encontraste a tu verdadero amor.
—La verdad, Samanta también me tiró la onda a mí en su momento, y nunca te lo dije.
Lionel sintió como si le hubieran dado un golpe en la cabeza. Lo miró, incrédulo.
—¿Qué? ¿Eso es en serio?
Jacobo mostró un gesto despectivo, como si ese recuerdo le resultara molesto.
—Fue en una fiesta, ahí estabas tú y también Gaspar. Yo salí al balcón y ella, casualmente, me tiró vino encima. Se acercó pretextando eso y me pidió mi número. Después, me insinuó varias cosas, pero yo no le seguí el juego.
Lionel se quedó varios segundos en blanco, como si le hubieran arrancado el piso. Se sintió manipulado sin haberse dado cuenta.
Jacobo continuó.
—Samanta es como una enredadera. Antes buscó a Gaspar para cambiar su suerte y ahora, si su acuerdo con él termina, obvio va a buscar otro objetivo. Tú llevas años enganchado, así que eres su mejor opción.

Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Divorciada: Su Revolución Científica