"Ammm, está bien, gracias", murmuró Debbie mientras tomaba la botella de agua que su esposo le había dado.
Pero antes de que ella pudiera quitar la tapa, Carlos ya se había enjuagado la boca y bebido el agua, por curiosidad, Debbie preguntó: "¿Tenías tanta sed?".
"Aún tengo el sabor del durian en mi boca", respondió él.
'¿Qué? ¿Acaso no le gusta el durian? Entonces, ¿ por qué comió la pizza con mi tenedor? Así que odia al durian... ¡pues se me ocurre una idea grandiosa!
¡Si se atreve a intimidarme otra vez, compraré un durian y le pediré que lo termine todo él solo! Eso debería enseñarle una lección', dijo ella para sí misma.
Al ver a su esposo tirar la botella vacía en un cesto de basura, Debbie mostró una sonrisa astuta mientras lamía las comisuras de sus labios.
"¡Oye, Sr. Guapo!", dijo ella saltando delante de él.
"¿Eh?", él la miró, sorprendido.
De repente, Debbie lo sostuvo por la cintura, se puso de puntilla y besó sus delgados labios.
Esta fue la primera vez que ella besaba al hombre por iniciativa propia, y era una experiencia completamente diferente. ¡No! Era la segunda vez, ¿cierto?
Carlos se quedó aturdido por unos minutos, cuando finalmente recuperó sus sentidos después de la inesperada muestra de afecto, se dio cuenta de sus verdaderas intenciones, se sintió incómodo y quiso alejarla. Debbie sostuvo su cintura con fuerza y su lengua se movió sin esfuerzo en la boca de su marido.
Ella acababa de comer una pizza de durian gigante y todavía no se había enjuagado la boca.
Después de asegurarse de que la boca de Carlos supiera a durian otra vez, Debbie retiró sus labios y soltó su cintura, él sacudió la cabeza con profunda resignación y luego se dio la vuelta para caminar nuevamente hacia la tienda.
"¡Quiero ir a casa! ¡Ahora!", ella lo agarró del brazo y lo arrastró a su auto a propósito. A pesar de que Carlos podía sacudir sus brazos fácilmente, la siguió de todos modos.
Justo debajo del resplandor de la farola, Debbie abrió la puerta del pasajero y estaba a punto de empujar a su esposo para que se sentara en el asiento, pero él la agarró rápidamente, sin un momento de pausa, la hizo darse la vuelta, luego la presionó contra la puerta del coche y la besó en los labios.
Todo sucedió en cuestión de segundos, el beso era tan intenso que ella ni siquiera podía respirar bien, cuando el teléfono de Carlos sonó, los dos detuvieron su desbordante afecto bruscamente.
Pasó bastante tiempo antes de que Debbie se diera cuenta de que estaba recostada en el asiento trasero y que su esposo estaba a punto de desnudarla, incluso podía sentir su deseo.
Él quiso apagar su celular y seguir adelante con sus intenciones, pero ella lo apartó, se ajustó la ropa y rápidamente salió del auto.
Cuando Debbie se sentó en el asiento del conductor, su esposo estaba hablando por teléfono. "¿Me llamaste sólo por esto?", después de decir esto, Carlos continuó:
"Damon, tengo información exclusiva sobre el paradero de la mujer, ¡pero no tengo intención de decírtelo!". Luego colgó la llamada, pero como si no fuera suficiente para descargar su enojo, apagó directamente el teléfono.
Ni Debbie ni Carlos dijeron una sola palabra en su camino de regreso a casa.
Al llegar a la villa, después de asegurarse de que las puertas del auto estuvieran cerradas con seguro, Debbie agarró las llaves y corrió hacia la casa.
Cuando corrió escaleras arriba, le pareció escuchar la voz de su esposo, "¿Qué hay a tu lado?", dijo él.
"¿Qué dices? ¿Qué hay a mi lado?", ella se detuvo y volvió la cabeza completamente confundida.
"Creo que vi una sombra al lado tuyo, quizás mis ojos han empezado a engañarme", respondió Carlos.
Debbie se quedó sin habla, podía sentir su boca secándose. Ella siguió subiendo las escaleras, la luz estaba apagada en el pasillo, así que sacó su celular y usó la linterna.
Carlos acababa de ducharse después de su rutina matutina y estaba respondiendo una llamada telefónica con la espalda hacia ella, su cuerpo sólo estaba envuelto en una toalla.
Era la primera vez que veía a su esposo... semi desnudo.
Aunque habían dormido en la misma cama un par de veces, Debbie había entrado en su habitación a la medianoche y no lo había visto envuelto en una toalla en ningún momento.
'¡Guau, tiene un cuerpo increíble!', la joven estaba dejando volar su imaginación.
A juzgar por su fuerte espalda, Debbie pensó que él había estado haciendo ejercicio regularmente. '¡Debe tener el abdomen marcado!', pensó ella.
Entonces Debbie agarró su teléfono sigilosamente, abrió la aplicación de la cámara y pulsó el botón de disparo, ¡hecho!
Ella miró la foto que acababa de tomar y puso una sonrisa perversa.
De repente, pensó en algo... dejó el teléfono en la cama, cruzó las manos y señaló la toalla de Carlos con sus dos dedos índices. "¡Que se caiga! ¡Que se caiga!", murmuró.
Debbie se quedó mirando la toalla blanca y deseó que cayera al suelo, podía ver por las curvas de aquel pedazo de tela que el hombre tenía un trasero deseable.
"¡Que se caiga! Que se... ¡ahhh!", gritó ella. De pronto, Carlos se dio la vuelta y atrapó a su esposa en medio de su travesura.
Inmediatamente Debbie retiró sus dedos, tomó su teléfono, se levantó de la cama y salió de su habitación a toda prisa, se apresuró a regresar a su dormitorio, cerró la puerta detrás de ella y se arrojó sobre su lecho. '¡Diablos! ¿Qué va a pensar él de mí ahora? ¿Acaso pensará que quería dormir a su lado porque siento algo por él? ¡No importa! Carlos es mi marido y es perfectamente normal que compartamos la misma cama', se dijo Debbie a sí misma.
Entonces ella abrió sus Momentos de WeChat, subió la foto que acababa de tomar y la tituló: "Despertando por la mañana, encuentro que el sol brilla intensamente, estás parado frente a la ventana, disfrutando del paisaje, mientras yo no puedo apartar mis ojos de ti, verte me pone de muy buen humor".
La razón por la que Debbie se atrevió a publicar la foto de Carlos en los momentos de WeChat fue que pensaba que él no estaba en su lista de amigos, después de todo, él no sabría que ella había tomado su foto y la había publicado. En cuanto a sus amigos, Debbie no creía que reconocerían al hombre de la foto, puesto que sólo era una vista de su espalda. Aunque algunas personas podrían hablar mal de ella al ver la imagen, ¡pero eso a Debbie no le importaba en absoluto!

Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: El Amor Existe Para Siempre