"¿No es cierto que no te casaste con ella?" Ignacio levantó la mirada y tosió dos veces, "No te puedo dar esas acciones. Originalmente, pensaba dártelas si te casabas con Regi, pero ya que no se casaron, entonces se las daré a ella misma."
"¿Por qué dárselas a ella? ¡Yo soy su nieto!" Jacobo estaba furioso.
"Jaco, Regi me salvó la vida. Si no fuera por ella, yo no estaría aquí. Esas acciones son mi manera de agradecerle. Si no quisiste tratar bien a Regi y ella te dejó, eso es cosechar de lo que sembraste y no tienes derecho a culpar a nadie más que a ti." Explicó Ignacio con calma, antes de cambiar el tema, "Basta, no hables más. Regi, niña, ¿por qué Demian aún no ha llegado?"
Justo cuando ella iba a responder, Demian llegó. Llevaba consigo un aura imponente, como si un rey hubiera hecho su entrada. Al cruzar la puerta, no miró a nadie más y se dirigió directamente hacia Regina.
"¿Te estás adaptando bien? ¿Te han tratado mal?"
"No, para nada." Respondió Regina con una sonrisa, irradiando una dulzura increíble, sin rastro de la sumisión que había mostrado hacia Jacobo en el pasado.
Jacobo la observaba, incapaz de precisar qué había cambiado, pero Regina parecía diferente. Al dejar de lado su sumisión hacia él, se había vuelto radiante. A pesar de que su belleza no había cambiado, se veía mucho más hermosa.
Viendo lo tierno que era Demian con ella y recordando su propia impaciencia hacia Regina, Jacobo se sintió incómodo. ¿Por qué su tío tenía que ser tan bueno con ella? ¿Estaba tratando de humillarlo?
Tras susurrarle algo a Regina y verla sonreír, Demian dirigió su mirada hacia Jacobo.
"¿Por qué me miras tanto? ¿Tengo algo en la cara?"
"No." Respondió su sobrino, su rostro mostraba su incomodidad.
No se atrevió a decir más, una simple mirada de su tío le ponía la piel de gallina. Aunque él no llevaba el apellido Báez, era muy respetado dentro de la familia. No solo él, incluso su padre le temía a Demian enormemente.
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