"¡Regina, ya basta! ¿Qué crees que estás haciendo, revolviendo la habitación de tu hermana como si fueras una ladrona?"
Greta estaba en la puerta, mirando el desastre que había hecho en la habitación que normalmente parecía de una princesa, llevándose la mano al corazón como si estuviera a punto de sufrir un infarto.
"¡Lo que estoy tomando son cosas que mi abuelo me dio! Tomar mis cosas y apropiarse de lo mío, eso sí es robar, yo solo estoy recuperando lo que me pertenece." Regina tomó una maleta y empezó a llenarla frenéticamente.
En la habitación de Aitana había muchas cosas valiosas que no le pertenecían a ella, sino a Regina, eran cosas que el abuelo le había dejado antes de morir, pero cada vez que Aitana decía que le gustaba algo, Greta se lo quitaba y se lo daba a su hija adoptiva. Esos objetos claramente le pertenecían a ella, incluso la habitación originalmente era suya.
Ella había llegado a vivir con la familia Jiménez un año antes que Aitana. De hecho, ese año fue muy feliz; Greta y Feliciano eran buenos con ella, sus tres hermanos adoraban a su única hermana menor, tenía la habitación más grande y lo mejor de todo.
Pero un año después, Aitana fue adoptada por su familia y su vida comenzó a cambiar drásticamente. Fue un cambio sutil al principio, pero poco a poco se dio cuenta de que su familia comenzó a alejarse de ella, empezaron a girar alrededor de la nueva integrante, solo celebraban el cumpleaños de Aitana, y todo lo que Regina tenía podía ser algo que su hermana menor quería. Decían que, como hermana mayor, debía ceder un poco, también decían que no era razonable, que siendo mayor que Aitana, no la cuidara.
Decían que se estaba volviendo desobediente, que era inferior a Aitana en todo, en estudios, talentos, deportes, actitud, etc.
Pero, no sabían nada. En realidad, Regina era mucho mejor que Aitana; no sabían que ella era quién les había ayudado en secreto. Sin embargo, cuando se dio cuenta de que todos habían cambiado, ya era demasiado tarde para decir algo, porque sin importar lo que dijera, nadie creería sus palabras.
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