Por otro lado, Lucrecia seguía sentada en la camioneta, esperando sin éxito alguna respuesta de Esteban.
Aunque el mensaje que envió por WhatsApp sonaba casual, la verdad es que le costó mucho trabajo animarse a escribirlo y mandarlo.
Ya fuera en su vida pasada o en esta, delante de ese hombre nunca lograba sentirse segura.
Por eso, necesitaba estar siempre un paso adelante y prepararse para cualquier cosa. No podía darse el lujo de cometer errores.
Pasaron unos minutos más hasta que por fin le llegó la respuesta de Esteban.
La abrió de inmediato. Solo eran cinco palabras: [Tú concéntrate en tu película.]
Decía que siguiera trabajando tranquila, lo que en realidad quería decir que la fiesta de cumpleaños era cosa de la abuela, no de él.
Tal como lo había imaginado.
Lucrecia dejó el celular a un lado, invadida por una decepción que no intentó disimular. Giró la cabeza y se quedó mirando por la ventana a los trabajadores que iban de un lado a otro, armando el set.
El vidrio era de esos que solo permitían ver hacia afuera, así que nadie podía saber lo que ocurría adentro de la camioneta.
Aún le quedaban dos escenas por grabar ese día, ambas nocturnas, así que le tocaba desvelarse.
El próximo fin de semana viajaría con el equipo de filmación a un pueblo en el norte para grabar en locaciones reales durante un mes entero. Pensó que antes de irse, al menos tendría oportunidad de ver a Esteban en esa fiesta de cumpleaños.
La película todavía necesitaba unos seis meses más de rodaje. A juzgar por la vez anterior, el estreno se planeaba para el Año Nuevo del año siguiente, porque la edición y los efectos especiales siempre tomaban mucho más tiempo que el mismo rodaje.
Lucrecia era paciente, sí, pero en esta nueva oportunidad de vida, la paciencia ya no sería suficiente. Tenía que aprovechar la ventaja de haber renacido y planear mejor cada uno de sus pasos.
Al final, el lugar de señora Ferreira tenía que ser suyo y solo suyo. Cualquier obstáculo, persona o circunstancia que se interpusiera en su camino, pensaba eliminarlo sin dudar.
...
La familia Merino
Samuel llevaba más de un mes escondido en su casa, con los nervios de punta, esperando que algo terrible ocurriera. Pero nada pasó. Para su sorpresa, Stella ni siquiera lo había denunciado.
Esa noche, de pronto recibió una llamada de un amigo de toda la vida.
—Samu, ¿te animas a venir al Centro Empresarial Platino a echar unas copas?
Samuel llevaba tiempo sin aparecerse ante sus amigos. Después de lo que había pasado, sentía que no tenía cara para verlos.
Mientras dudaba, su amigo agregó:
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