—Pasado mañana va a regresar.
Ariana respondió con absoluta certeza.
Pasado mañana era el aniversario luctuoso de su madre, y estaba convencida de que su papá no faltaría. En más de diez años, tanto en su vida pasada como en esta, ni ella ni su padre habían dejado de ir, ni una sola vez.
Excepto aquel año en que su padre fue acusado injustamente y terminó en la cárcel...
La doctora Parra tomó con suavidad la mano de Ariana, mirándola con una ternura inmensa.
—Cuando tú y tu papá tengan tiempo, acuérdense de venir a la plaza a visitarnos al viejo y a mí.
Ariana sintió un nudo en la garganta y asintió.
—Claro, vendremos.
En su vida pasada, Ariana temía que se le notara la tristeza, así que dejó los regalos con los Aranda y se marchó en silencio. Más tarde, su profesora la regañó por teléfono al enterarse de que solo había dejado el presente y se había ido. Fue entonces que supo que la doctora Parra y el maestro Alcocer también habían ido ese día. Querían verla, pero no coincidieron.
Después, se sumergió en el proyecto secreto de desarrollo del nuevo dron militar de sigilo, y tuvo aún menos tiempo para visitar a la doctora Parra.
Ahora, la doctora Parra ya pasaba de los setenta. Cada encuentro era más valioso, y Ariana sabía que debía aprovechar cada oportunidad de verla.
...
Mientras tanto, Nerea bajaba las escaleras del segundo piso de la casa de los Aranda con Fabián a su lado. No tenía intención de quedarse al banquete de cumpleaños y ordenó a Fabián que sacaran el carro y se fueran de ahí.
Ya en el camino, Fabián no pudo aguantar la curiosidad. Sostenía el volante, pero no dejaba de mirar a Nerea por el retrovisor.
—Nere, dijiste que esa tal Ariana es una persona sin ética, ¿de qué hablas exactamente?
La pregunta le carcomía la cabeza.
¿Cómo alguien con tan mala fama podía estar sentada platicando con la doctora Parra y esa gente tan respetada?
La oficina del maestro no era un sitio al que cualquiera pudiera entrar.
Él y Nerea solo lograron “colarse” porque ella confesó ante la señora Aranda quiénes eran y que el banquete de cumpleaños se celebraría en el hotel cinco estrellas del Grupo Ferreira. Aprovechó para pedir permiso de subir a felicitar al festejado, y así fue como la señora Aranda les permitió subir.
—¿Por qué te interesa tanto esa tipa?
Fabián giró el rostro, mirándola con ojos llenos de afecto.
—No es que me interese ella, Nerea. Lo que quiero saber es qué te hizo para que tú te pongas así. Si me la topo de nuevo, yo mismo te voy a defender.
Nerea resopló.
—No tengo ganas de recordar. Solo te digo que esa mujer es muy astuta y sus métodos son bajos. No te dejes engañar por su cara de niña buena.
Su tío y la señora grande casi cayeron en la trampa por culpa de su apariencia de niña inocente. Por suerte, su hermano sí tenía buen ojo y vio enseguida lo que en verdad era esa víbora disfrazada de santa.
Fabián, al ver que Nerea no quería hablar más, dejó el tema por la paz.
Ya tendría oportunidad de averiguar por su cuenta.
En el fondo, le daba vueltas una idea: esa Ariana, tan bonita, no era una chica común.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: El Arte de la Venganza Femenina