El Arte de la Venganza Femenina romance Capítulo 146

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—Pero tengo que defenderme tantito, eh. No soy así de caballeroso con todas las chicas. Mira, tú no eres mi novia, pero tampoco eres como cualquier otra mujer… ¡eres mi buen hermano!

Jazmín casi se atragantó con la última frase del hombre.

Se señaló a sí misma, parpadeando con esos ojos de agua que hipnotizaban a cualquiera.

—¿Dices que soy tu hermano?

¿En qué parte de su cuerpo parecía hombre?

Jazmín sintió que el comentario la había dejado sin rumbo, como un papalote sin hilo.

Marcos soltó una sonrisa y explicó:

—No hablo de apariencia, me refiero a la forma en que nos llevamos. Es como de hermanos, pero así, de los más cercanos.

¡De cercanos nada!

Ella llevaba años suspirando por él y a él solo se le ocurría ponerla en la zona de hermanos. ¡Increíble!

Hasta si hubiera dicho que parecían hermanos de sangre, eso sería mil veces mejor que esto de “hermanos”.

Jazmín tuvo ganas de poner los ojos en blanco.

—Entre hermanos de sangre todavía hay ciertas cosas que uno se reserva, pero entre hermanos, así como tú y yo, no hay filtros. Nos decimos todo, no hay secretos… Por eso digo que somos hermanos, ¿o no? —añadió Marcos, como si le leyera la mente y quisiera aclarar el punto.

—¡Pero sigo siendo mujer! —reviró Jazmín, sin aceptar ni un poco sus argumentos.

Apenas ese día, Jazmín cayó en cuenta de que, para Marcos, jamás había sido vista de verdad como una mujer.

¿Será porque llevaban tanto tiempo de conocerse, que ya había demasiada confianza?

No podía ser, porque ella nunca lo había visto como una “amiga”, ni aunque el tipo fuera tan guapo que hasta vestido de mujer seguro ganaba concursos.

En el fondo, todo se reducía a que Marcos no sentía ni un gramo de atracción por ella.

Marcos escuchó su seria protesta y asintió como si fuera lo más importante del mundo.

—Bueno, si tú dices que a mi futura novia le molestaría, entonces de ahora en adelante lo voy a corregir, te lo prometo.

—Ajá… —Jazmín bajó la mirada, tomó cuchillo y tenedor y cortó un pedazo de carne, llevándoselo a la boca. Masticó despacio, pero ya no le hallaba ningún sabor, solo amargura.