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El Arte de la Venganza Femenina romance Capítulo 145

Jazmín inhaló hondo sin que se notara, luego dejó el tenedor sobre la mesa y forzó una sonrisa educada antes de soltar:

—Primero debes saber quién es tu rival en amores.

Los ojos de Marcos se tornaron más oscuros, como si una sombra le cruzara el semblante.

—Eso ya lo investigué —respondió en voz baja—. Esa chava está enamorada del segundo hijo de la familia Rivas, José Manuel.

Al decir esto, el señor Varela frunció el ceño, se le notaba una mezcla de molestia y duda.

—Ese José Manuel tiene más o menos mi edad… ¿tú crees que la muchacha se vaya a fijar en eso? ¿No le parecerá que ya estoy viejo?

Jazmín arqueó las cejas, intrigada.

—¿Cuántos años tiene la señorita Montiel?

Marcos contestó tan rápido que casi parecía que le habían apretado un botón.

—Acaba de cumplir diecinueve. Es de primer año en el departamento de pintura al óleo en la Academia de Arte San Márquez.

Jazmín nunca había tenido mucho trato con chicas ricas ni con los hijos de familias poderosas. De hecho, el único con el que tenía confianza era el mismo Marcos, que se lucía hasta para respirar.

Incluso su mejor amiga Ariana, cuyo esposo Esteban era el magnate más joven del país, solo lo había visto en las noticias de economía y jamás en persona.

¿Conocerlo en la vida real? Ni soñarlo.

A menos que, por algún milagro, Esteban decidiera hacer pública su relación con Ariana. Si no, Jazmín sabía que jamás lo vería ni de lejos.

Pero más allá de la curiosidad, no tenía ninguna obsesión con conocer a Esteban. Su único deseo era que su amiga pudiera tener una vida de pareja normal.

Sin embargo, el destino de las esposas de ricos casi nunca estaba en sus propias manos. Ni siquiera sabía si Ariana algún día podría tener hijos. A lo mejor, si lograba embarazarse, eso les daría una razón para hacer pública la relación. Quizá entonces las cosas cambiarían para bien.

Jazmín siempre estuvo convencida de que solo si una pareja se atrevía a mostrar su matrimonio ante el mundo podrían aspirar a una vida normal. Esas relaciones secretas, pensaba, siempre daban una sensación de vergüenza y de que tenían algo que ocultar.

...

De pronto, Marcos agitó la mano frente a su cara, sacándola de sus pensamientos.

—Oye, te estoy preguntando si tienes algún plan y tú te quedas viendo al infinito. ¿En qué andas pensando?

Jazmín pestañeó y, sin perder la compostura, improvisó:

—Estaba tan metida pensando en cómo ayudarte que ni me di cuenta.

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