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El Arte de la Venganza Femenina romance Capítulo 152

Esteban sí que estaba algo inquieto.

Tomó la copa y bebió un trago.

—¿No puedes decirme? —Felipe sonrió, con ese aire sereno y atractivo que lo caracterizaba, aunque esta vez dejaba asomar un poco de curiosidad—. ¿O más bien no sabes cómo empezar?

Por lo que intuía, el asunto debía estar relacionado con la esposa de Esteban.

El video de Esteban y su esposa abrazados en el pasillo del hospital llevaba días circulando por internet, causando un alboroto. Felipe solía ignorar casi todo lo que salía en redes, pero al tratarse de Esteban, la noticia no tardó en llegar a sus oídos.

Durante todos estos años, jamás se había metido en los asuntos de pareja de Esteban. Lo único que sabía era que entre ellos dos no había amor.

Bueno, decir que no había amor tampoco era exacto; al menos Ariana, esa muchacha, sí sentía algo por Esteban.

Aunque solo la había visto un par de veces, bastaba con observar la manera en la que Ariana miraba a Esteban para darse cuenta de sus sentimientos.

—Fue una llamada de mi exsuegro —confesó Esteban sin rodeos.

—¿Exsuegro? —Felipe abrió los ojos, sorprendido—. ¿Tú y Ariana se divorciaron? ¿Cuándo pasó eso?

—Sí —asintió Esteban suavemente, y en su mirada asomó un matiz distante—. Hace dos meses ya.

—¿Así que la llamada de tu exsuegro fue para reclamarte algo? —Felipe ató cabos al instante, pensando en el escándalo de los últimos días y los rumores recientes entre Esteban y Lucrecia Montiel.

—¿Tu divorcio tuvo algo que ver con Lucrecia? —preguntó Felipe, directo.

Esteban alzó la mirada, sus ojos azules se endurecieron un poco y arrugó la frente—. ¿Hasta tú crees que esas cosas están relacionadas?

—Por la manera en la que lo dices, supongo que no —respondió Felipe, girándose hacia el cielo, donde quedaban rastros morados de un atardecer casi extinto—. Entonces, ¿por qué andas tan inquieto?

Esteban lo miró, luego se volvió también hacia el horizonte, contemplando las sombras que dejaba el crepúsculo—. No es que esté molesto, solo tengo algunas dudas.

—¿Qué clase de dudas? —La voz de Felipe, siempre pausada y tranquila, parecía flotar en el aire.

Tenía razón, ¿por qué se atormentaba con eso? ¿Qué sentido tenía?

Al final del día, ¿a él qué más le daba?

—Recuerdo que antes ni te interesaba nada de ella. ¿Qué fue lo que cambió? —Felipe lo miró de reojo, genuinamente intrigado.

Esteban dudó un momento. Decidió no contarle que Ariana era en realidad Stella.

Solo se encogió de hombros y negó con una media sonrisa—. Tampoco es que ahora me interese. Solo que fui a Villas del Mirador a recoger mis cosas del divorcio y me topé con eso sin querer.

Felipe se quedó pensativo—. ¿Y Ariana te dejó ver todas esas cosas?

Esteban, por poco, deja ver la incomodidad en su cara de piedra. Disimuló, apartando la vista hacia el resplandor de las luces lejanas, y respondió con tono seco—. Fue un accidente, ni cuenta se dio.

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