Felipe no quiso discutir más con él, solo se rio y dijo:
—A mí, la verdad, tu exesposa me parece bastante interesante.
Esta vez, fue Esteban quien se sorprendió. Apartó la mirada que tenía perdida en la distancia y se giró hacia Felipe.
—¿Por qué lo dices?
Felipe, con sus ojos color ámbar llenos de una especie de admiración, respondió sin rastro de burla:
—Aceptó casarse en secreto y también aceptar el divorcio sin hacer ningún escándalo. ¿No te parece curioso?
—Tampoco es que tuviera opción —bufó Esteban, chasqueando la lengua.
—¿Ah, sí? —Felipe no parecía estar de acuerdo—. Yo no lo veo así.
—Esa chica aceptó casarse contigo en secreto porque te quería. Y aceptó divorciarse en silencio porque, a lo mejor, ya te olvidó —Felipe compartió su punto de vista—. Estuvieron casados tres años y, por lo que yo sé, nadie fuera de ustedes dos tenía idea de eso.
¿Y eso qué significaba? Que Ariana cumplió al pie de la letra el acuerdo de mantener todo en secreto, nunca fue presumiendo que se había casado con alguien de familia adinerada.
Esteban, al pensarlo, se dio cuenta de que era cierto.
Recordaba que, por el lado de Ariana, solo su exsuegro Julián y una amiga cercana de ella sabían del matrimonio. Fuera de ellos, no había nadie más al tanto.
Así que también esa amiga de Ariana debía ser de confianza y saber guardar secretos.
Sin embargo, Esteban sentía que algo no cuadraba.
Claro, todos decían que Ariana lo amaba, pero eso era porque ninguno había visto el verdadero carácter de esa mujer.
Esteban nunca pudo olvidar la forma tan tajante en que, años atrás, ella había rechazado a un chico; ni sus palabras, ni su actitud. Solo José Manuel y su prima Nerea Ferreira, que estuvieron presentes ese día, sabían lo que había pasado. Nunca se lo contó a nadie más, ni antes ni ahora.
—Por eso apuesto a que ella nunca te anduvo buscando ni te hizo escenas, ¿o sí? —Felipe volvió al ataque, con tono amable pero directo.
Esteban frunció el ceño y su expresión se endureció.
—Me bloqueó de todos lados —gruñó.
Y ni a patadas lo dejaba salir del dichoso “cuarto oscuro” en la app. ¿Y todavía decían que Ariana lo quería? ¡Ni de broma!
¿En serio había diferencia? Esteban estuvo a punto de revirar, pero al final pensó que Felipe no era de los que se fijarían en Ariana. Apenas y se conocían, y él nunca la llevaba a las reuniones con amigos.
—Aunque, siendo tan atractiva y con esa personalidad, seguro no le va a faltar quien la busque —añadió Felipe, moviendo despacio su vaso de whisky—. Tú mismo dijiste que recibía montón de cartas de amor. No le faltan pretendientes.
El comentario le cayó como balde de agua fría a Esteban. Sintió cómo la incomodidad y el enojo le subían por dentro, sin poder explicarse por qué.
...
Pero esa noche, la angustia no era exclusiva de Esteban.
En la villa de la familia Ferreira, la atmósfera también era tensa.
Ese día era el cumpleaños número 28 de Esteban. Aunque él había insistido varias veces en no celebrar nada y que no quería fiestas, la abuela terminó reuniendo a toda la familia en la casa para cenar y festejarlo.
Pasaban de las siete y, para colmo, ni Esteban ni su esposa daban señales de vida.
De Ariana, bueno, ni hablar. En los últimos dos meses, la abuela no había logrado que le contestara ni una llamada. Para la anciana, esa nuera ya era prácticamente invisible. Pero lo que de plano no entendía era por qué su nieto tampoco le contestaba el teléfono.

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