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El Arte de la Venganza Femenina romance Capítulo 173

Ariana dudó un poco antes de responder.

—Supongo que no lo sabe.

Esteban, con eso de querer mantener el matrimonio en secreto, seguramente no iba por ahí contándoselo a todos sus amigos. Hasta donde Ariana tenía claro, solo tres de los amigos cercanos de Esteban estaban enterados de su relación oculta: José Manuel, uno de apellido Román y otro de apellido Parra.

Sobre si Lucrecia, la amiga especial de Esteban, sabía o no del asunto, Ariana tampoco tenía idea. Tal vez sí, y si era el caso, entonces esa amiga sabía perfectamente en lo que se metía. Pero conociendo a Esteban, capaz que para proteger a su querida amiga y evitarle algún peso en la conciencia, mejor no le había contado nada. Eso se imaginaba Ariana.

—Vaya, sí que lo tiene todo bien escondido —soltó Jazmín, con una risa sarcástica, cada vez sintiéndose más indignada por Ariana.

Pero Ariana, al contrario, solo sonrió.

—En el fondo, me alegra que casi nadie sepa de lo nuestro.

Jazmín la miró con extrañeza.

—¿De verdad lo ves de esa manera?

—Claro —respondió Ariana, sin pensarlo, con total seguridad.

Eso tranquilizó un poco a Jazmín, quien terminó por soltar una sonrisa también.

—Me dejas más tranquila, entonces.

Se dio cuenta que su amiga era incluso más fuerte de lo que había imaginado.

...

Cerca de las seis de la tarde, ambas regresaron en carro a la casa de Jazmín, ubicada en la zona norte de la ciudad.

Al mismo tiempo, en uno de los hoteles más lujosos del norte, estaba por arrancar una fiesta benéfica llena de personalidades, donde la alta sociedad se daba cita.

Nerea llegó al evento acompañada de su novio, Fabián Romero. Sin embargo, su verdadero propósito esa noche no era lucirse en la pista de baile, sino participar en la subasta benéfica que tendría lugar después. Se acercaba el setenta cumpleaños de su abuela y Nerea quería conseguir algún objeto especial durante la subasta para regalárselo. Así, el detalle sería significativo y valioso.

—¡Nere!

Antes de que Nerea pudiera preguntar más, Estela se adelantó y explicó:

—Sí, pero Chema me prometió que bailaría conmigo más tarde.

Por lo que se veía, esa promesa bastaba para que Estela estuviera de buen ánimo; su sonrisa era genuina.

Fabián, al ver esa actitud, sintió una punzada de compasión. Estuvo a punto de ofrecerle también un baile para animarla, pero antes de que pudiera abrir la boca, una voz masculina y elegante lo interrumpió desde cerca:

—¿Cree que tendría el honor, señorita Montiel, de acompañarme en el baile de apertura?

Los tres voltearon al mismo tiempo. A unos tres metros, un hombre de traje azul oscuro y con porte distinguido los miraba sonriente.

Estela reconoció la voz. Sus ojos redondos se abrieron por la sorpresa.

—¿Eres... George?

El hombre tenía una mirada intensa y una expresión misteriosa. Cuando se acercó un poco más, Estela estuvo segura: era el mismo desconocido que había conocido semanas atrás en una fiesta de disfraces. ¡George!

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