Ariana ni siquiera alcanzó a reaccionar cuando, a su lado, Álvaro soltó un grito:
—¿Qué? ¿Doctora Bernal, ya le está presentando pretendientes?
¡¿Y además dos?!
La doctora Bernal sonrió con naturalidad y contestó:
—Claro, Ari es una chica tan especial que no podía quedarme de brazos cruzados. Quiero que tenga opciones y que decida a su ritmo.
Ariana se quedó un poco desconcertada.
La doctora Bernal estaba enterada de todo lo que pasó entre ella y Esteban, entonces, ¿por qué hacía esto...?
Como si leyera sus pensamientos, la doctora Bernal mantuvo la sonrisa y agregó:
—Ari, no tienes por qué sentirte presionada. Tú tienes el control. Por ahora pueden empezar siendo amigos, nada más, y ver cómo se sienten.
Álvaro, con cara de niño regañado, protestó desde su asiento:
—¿Y yo qué, doctora Bernal? ¿No soy lo suficientemente bueno como para que me presente a alguien?
La doctora Bernal soltó una carcajada:
—Tienes apenas veinte, chiquillo, te toca esperar tu turno en la fila.
Ariana no pudo evitar reírse con el buen humor de la doctora Bernal. Álvaro la miró de reojo, fingiendo molestia. ¿Encima se reía?
Ariana se serenó y miró a la doctora Bernal.
—Le agradezco mucho, doctora Bernal, de corazón. Pero la verdad es que no confío en mí. No quiero decepcionarla.
Después de todo, su matrimonio fallido era la mejor prueba de eso.
La doctora Bernal estuvo a punto de decir algo más. Sin embargo, solo suspiró por lo bajo, resignada.
Había hecho todo lo posible, cumpliendo así con lo que le encargaron el capitán Rocha y el director Gil.
Pero la sombra de la antigua relación de Ariana era demasiado grande. Se notaba que no iba a poder dejarla atrás tan fácilmente.
Ese suspiro silencioso de la doctora Bernal era, en el fondo, por esa impotencia.
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