El Arte de la Venganza Femenina romance Capítulo 244

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—¡Que les valga! —Jazmín Torres movió la mano con desdén, como si nada le importara, y luego se dejó caer sobre el banquito redondo junto a la mesa de madera. Apoyó la cabeza en las manos y, mirando a Ariana Santana con una sonrisa de lo más tonta, soltó—: Al fin y al cabo, ahora eres una pequeña millonaria con más de cien millones en la cuenta. ¿No crees que deberíamos celebrarlo como se debe?

—¿Y cómo quieres celebrarlo tú? —Ariana no puso objeción, respondió mientras se acomodaba en el banquito junto a Jazmín.

Jazmín se quedó pensativa unos segundos, luego dijo—: ¿Celebrar? Pues ya sabes, comer, beber, darnos la gran vida… Pero si a ti ni te gusta viajar al extranjero. Y aquí, en nuestro país, siento que ya has recorrido de todo, ¿a poco no?

—Ajá —asintió Ariana, aunque la verdad era que los lugares turísticos que conocía podían contarse con los dedos de una mano. La mayoría los había visitado solo en línea, nada más.

Lo de viajar fuera, no era que no quisiera, sino que no podía.

Jazmín siguió contando con los dedos—: Y de comida mejor ni hablamos, cocinas tan bien que ya te ganas a muchos chefs. Además, siempre estamos yendo a probar cosas ricas.

—Y de tomar, nada, porque a ti no te gusta. Si no, mínimo nos podíamos relajar en un bar, olvidarnos de todo, ¿no?

Al decir esto, Jazmín ya parecía quedarse sin ideas.

Ariana no pudo evitar reír al ver a Jazmín tan confundida, tan metida en sus pensamientos. Justo en ese momento, recordó el contenido de una carta de amor que Jazmín le había mostrado una vez y, riendo, le dijo—: ¿Qué tal si un día nos vamos de compras? Lo que te guste, lo compras, sin ver la marca ni el precio. Si te late, te lo llevas. ¡Así, a lo loco!

Jazmín parpadeó, confundida. Esa frase le sonaba demasiado familiar.

Resulta que cuando estaba en secundaria, un chico del otro salón, hijo de un empresario, le había escrito una carta de amor a Jazmín. En ella le prometía que si aceptaba ser su novia, podría comprarse todo lo que quisiera, sin importar la marca ni el precio. Si algo le gustaba, solo tenía que cerrar los ojos y llevárselo.

Pero en aquel entonces, Jazmín ya tenía en la cabeza a Marcos Varela. Ni siquiera semejante tentación le movió el corazón.

Fue hasta que vio la mirada pícara en los ojos de Ariana que Jazmín se dio cuenta de la broma.

—Bueno, ¿quieres ser mi ‘novio’ entonces? —se rio Jazmín mientras estiraba la mano para apretar las mejillas de Ariana.